Es muy posible que el comentario de esta entrada esté
influenciado por mi aversión a los deportes de contacto, donde contacto viene a
significar que está permitido el juego marrullero o directamente la agresión
flagrante al contrario.
El fútbol es una desmesura que levanta pasiones, amores hasta
el delirio y odios imperecederos. También engendra un tipo de violencia
incontrolada, irracional y gratuita que muestra lo peor del género humano y que
no se da en otros deportes, lo cual no es normal. La violencia física
probablemente no esté tan generalizada, pero de la verbal no puedo decir lo
mismo. Algo falla ahí o a alguien le interesa que así sea.
El fútbol hace tiempo que dejó de ser un deporte de nobleza
y hoy es un espectáculo pensado primordialmente para hacer negocio y para
amansar a una caterva adocenada. Esta idea ya la practicaban los romanos con el
“pan y circo”. Está todo inventado. El pueblo se
siente feliz cuando se junta en masa y grita. No importa el significado de sus
gritos, lo importante es que forma parte de algo poderoso y eso le engrandece.
Le parece que lo saca de su insignificancia y, al hacerlo así, cualquier causa
le parece justa. Cuando meten un gol —¡un simple gol!— se desata la
locura. Los gladiadores —digo, los futbolistas— lo celebran corriendo como
posesos y con escenificaciones más propias del Club de la Comedia. Las gradas —una
multitud vocinglera— salta enloquecida. Lo más parecido al circo romano. Admito
que hay un sector numeroso, entre los que cuento con varios amigos, que
disfruta sin necesidad de vociferar y menos de insultar y que cuando gana el
equipo la satisfacción es inmensa. Se abrazan e incluso se besan, me dicen. Me
pregunto si los hooligans enfervorecidos
disfrutan viendo fútbol independientemente del resultado o solo cuando
gana su equipo.
Y ¿qué pasa con los protagonistas principales de este
espectáculo? Pues que hay de todo: magníficos profesionales, discretos, incluso
con interés por la cultura, etc., pero quienes más destacan no suelen estar entre
estos últimos. Su riqueza oratoria suele dejar bastante que desear. Diría que
viven por encima de sus posibilidades y no me refiero a las económicas, que de
eso andan sobrados, sino a las intelectuales. Admito que no son todos iguales.
Lo sé, pero no veo a un “lumbreras” de este mundillo en una rueda de prensa
después de un partido diciendo, por ejemplo en qué reside la fuerza estética y
el valor de los contenidos de su trabajo. Reconozco que no están ahí para hacer
poesía, pero si se ponen delante de un micrófono habría que exigirles un mínimo
de vergüenza torera y unas clases de dicción.
José Saramago
decía en una entrevista: «Yo llegué a una conclusión, es que a nosotros nos
están diciendo constantemente: “tenéis que hacer ejercicio”, lo que significa
deporte o formas paralelas al deporte, pero a los que hacen deporte
profesionalmente nadie les está diciendo: “usted tiene que leer”».
Ahí
van unas cuantas perlas que corroboran el nivel intelectual de sus autores y,
de paso, hago esta entrada un poco más amena:
—Perdimos porque no
ganamos.
—Hemos perdido porque
el valón se empeñó en no entrar.
—A veces en el fútbol
tienes que marcar goles.
—Ese balón, si llega a
entrar, es gol.
—El rival también
juega.
—El equipo juega igual
conmino que sinmigo.
—Me quedó un sinsabor
amargo.
—Estoy confiado. Nunca
he perdido en ese campo. Nunca he jugado ahí.
—No me importaría
perder todos los partidos siempre y cuando ganemos la liga.
—Aspiramos a ganar la
liga. Cosas peores se han visto, así que no vamos a tirar los brazos y dejar la
toalla.
—Debimos haber tenido
un 99 por ciento del partido, pero fue ese otro 3 por ciento el que nos costó.
—Ganar no es lo
importante, siempre y cuando ganes.
—Cuando el equipo anda
bien, no anda mal y viceversa.
—Solo hay una
posibilidad: victoria, empate o derrota.
—¿Los árbitros? Unos
nos perjudican y hay otros que también.
—Estoy tan feliz como
uno puede estar, pero he estado más feliz.
—¿A qué iría a Austria
fuera de la Eurocopa? A ver canguros.
—Vi al portero
adelantado y se la tiré por arriba, fue un gol de odontología.
—A medida que uno va
ganando cosas se hamburguesa.
—Me siento muy bien
físicamente, entre otras cosas gracias a la dieta del nutricionista basada en
hidrocarburos.
Es difícil escoger la
mejor frase, pero yo me quedo con esta:
—El fútbol es como el
ajedrez pero sin dados. ¡¿?!
Tengo que reconocer que
tanta elocuencia me desborda. Algunas frases, solo algunas, tienen una textura
elegante y, en definitiva, en eso consiste el estilo en el arte literario,
aunque luego no haya por dónde cogerlas.
Volviendo al principio,
veo difícil reconducir la situación para que, como dice el título de esta
entrada, se cumpla que fútbol es fútbol. Entre tanto los demás nos dedicaremos
a jugar al ajedrez o a los dados y pensaremos que estamos marcando goles.