Lo bueno que tiene nacer en
un lugar —da igual cuál sea este— es que crea un vínculo vital, de pertenencia.
Ese sitio es como tu segundo útero. Podrás cambiar de residencia, de relaciones
personales o sociales, adaptarte y amar ese nuevo mundo pero, como dice Humphey
Bogart en Casablanca: «Siempre quedará París». París es nuestro pequeño mundo,
lo más íntimo y querido, aquello que siempre se añora pero donde puede que jamás
se vuelva.
Yo estoy satisfecho con el
lugar en el que la naturaleza o el azar me han puesto. También he tenido
condiciones de vida que me han permitido mantenerme en el mismo lugar en el que
nací, así que no he tenido problemas de readaptación. Por desgracia me queda
toda una vida, o dos, para conocer más profundamente mi entorno y muchas más
vidas para el resto. De momento me conformo con repartir mi curiosidad en
conocer someramente lo próximo y lo lejano.
Una parte de lo próximo —tan
próximo de mi hogar como que en una hora más o menos puedo llegar a ellos— son
los que aparecen en las fotos que publico en este blog y que se pueden ver
pinchando aquí o en la pestaña
superior Imágenes. Un eslogan
publicitario de esta zona (muy originales no han sido pues lo utilizan en más
lugares) es: «Tierra de diversidad». Ciertamente diversa es y yo me he recreado
haciendo este colage con una selección no muy exhaustiva. Diferentes y variados
como los que podríamos seleccionar de muchos otros países, pero que hacen que
agradezca la variedad que pone a mi alcance la naturaleza o el gusto de sus
habitantes.
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