2019-07-13
LA CELEBRACIÓN DEL TRIUNFO
Cada vez que hay
elecciones lo habitual es que todos lo celebren, sea cual sea su resultado.
Incluso los que han salido peor parados retuercen la realidad para encontrar o
inventarse lo que les favorece. Pero aquellos que han recibido más votos lo
celebran como si hubieran ganado algo, como si se tratara de un triunfo en la
«Chanpions Lege». Se abrazan, chocan sus copas de champan, hacen declaraciones
a los medios de comunicación y salen a la calle con banderas y bocinas.
Este es el engaño de los
partidos políticos. Realmente ¿qué han ganado? Lo que realizan es un servicio a
la ciudadanía, quien les ha prestado su confianza para que hagan un trabajo.
Han conseguido una posición que les permitirá trabajar por la comunidad haciendo
algo digno de celebración cuando termine el mandato. No antes ya que, hasta ese
momento, no han hecho nada. Si se supone que la pretensión de todos es el bien
común no hay nada que celebrar a priori.
¿No deberían celebrarlo al
final de la legislatura solo en el caso de que hayan cumplido sus promesas
electorales? Se celebra si ganas un premio de lotería, si encuentras un trabajo
que te permitirá planificar tu futuro. Nadie celebra que se va a presentar a
unas oposiciones o va a iniciar una carrera, da igual si es universitaria o
deportiva. No me imagino a nadie en la línea de salida celebrándolo, sino
cuando ha terminado y sus objetivos se han cumplido. Nadie cobra su salario el
día en que firma el contrato de trabajo sino a final de mes después de realizar
la tarea encomendada. Quizás lo único que se podría celebrar es si has quitado
del poder a un rival corrupto o que lo haya hecho rematadamente mal, argumento
que puede valer en algunos casos, pero no en todos porque, también aquí, las
entendederas suelen depender del color de cada quisque.
Así que estas
celebraciones son una desvergüenza. Lo paradójico es que lo disfrazan de manera
rimbombante como la fiesta de la democracia. Lo siento, pero huele fatal. Son
el anuncio de que algo va a salir mal y eso tiene que ver con el dinero, con
los contratos y las subvenciones. A más celebración, más negocio del sucio.
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