La primavera la asociamos con lo
nuevo, con el resurgimiento de la vida, con la esperanza, con lo limpio y
floreciente. La primavera es en sí una metáfora, un recurso muy dado a echar
mano de él los escritores y más concretamente los poetas. Está indisolublemente
unida al amor.
Pero hablar de primavera en las
condiciones actuales parece un sarcasmo. Lo fue en su día la Primavera de Praga y lo es ahora con la Primavera de Ucrania y lo son todos los
lugares donde la guerra está enquistada en primavera, verano, otoño e invierno.
Cuando Decimos “no a la guerra” es una exigencia incondicional. No selecciono a quién condeno y a quién no. Es parar las guerras. Todas. No hay guerras buenas porque todas son un crimen contra la humanidad. Perdemos quienes no la hemos provocado y ganan los traficantes de armas o petróleo o poder. No es “si vis pacem, para belum” porque si tienes armas es porque quieres guerras. Todos tienen una excusa, real o provocada. Intereses geoestratégicos dicen. Es no invadir un territorio porque soy más fuerte. Ahora le toca a Putin, pero la historia se repite con Israel y los palestinos, Marruecos y los saharauis, Siria, Irak, Libia, Afganistán, Yemen… y otras tantas que parece que no existen porque no son noticia. O como el Donbass, que lleva ocho años siendo bombardeado precisamente por sus “hermanos” del oeste del país. Todo eso pasa en el mundo ante nuestro clamoroso silencio. Entre la montaña rusa y el sueño americano nos tienen pillados en un bucle mareante de irrealidad y desorientación, en un perverso juego de buenos y malos que no hemos elegido. Por eso, no a la guerra, es imprescindible, sin matices.
También lo es erigirse en el líder para el cambio a “un orden nuevo”. Me da escalofríos oír esta frase. Lo dijo el otro día Joe Biden, porque yo o valgo. Porque la rectitud y los valores que nos exigen a los gobernados, la deben tener antes los gobernantes. No a la guerra es cooperación y solidaridad entre los pueblos.
Por terminar con la idea con la que he
empezado esta estrada, trascribo un poema de Antonio Machado y pongo una foto que se puede ver pinchando AQUÍ o en la pestaña superior
Imágenes.
La primavera besaba /suavemente la
arboleda, /y el verde nuevo brotaba /como una verde humareda / Las nubes
iban pasando sobre el campo juvenil…/Yo vi en las hojas temblando /las frescas
lluvias de abril / Bajo ese almendro florido, /todo cargado de flor
-recordé-, yo he maldecido /mi juventud sin amor / Hoy, en mitad de la
vida, /me he parado a meditar…/¡Juventud nunca vivida /quién te volviera a
soñar!