Alfred
Hitchcock dirigió esta genial película de intriga en 1954 con los actores James
Stewardt y Grace Kelly. Se desarrolla el film enteramente en un patio de
vecinos donde el protagonista, desde su ventana, cree haber visto un crimen en
un piso de enfrente.
El
3 de julio de 2018 publiqué en este blog una entrada titulada «Mi vecina
trajina» que se puede leer pinchando aquí. En ella
narraba la abundancia de ropa que constantemente había tendida en una ventana
enfrente a la mía. Haciendo un paralelismo entre la película y la
ventana de mi patio objeto de esa entrada, me ha dado pie a la especulación y
he dado rienda suelta la imaginación. Es el juego que da el vecindario entre lo
poco que veo y oigo —más por falta de interés— cuando levanto la vista del
ordenador que tengo a pie de ventana y que me ocupa para escribir esta y otras
tonterías.
Antes
y ahora sigue habiendo constantemente mucha y variada ropa tendida como lo
atestiguaba la foto que también publiqué aquí el día 3 de julio de 2018. La
novedad es que ahora jamás se corren los visillos, no se abre la ventana ni se
levanta la persiana. La ropa se tiende mediante cuerda corrida desde las dos
ventanas que flanquean la que es objeto de mi intriga.
Las
posibilidades son múltiples como variadas las elucubraciones del fisgón. Una
casa, una habitación, hay que orearla de vez en cuando, así que, si no se hace,
partimos de que no es normal, algo extraño ocurre. Descartado el asesinato
porque eso solo ocurre en las pelis como en la del título de esta entrada, he seleccionado
un ramillete de las opciones más plausibles —no se me ocurre ninguna buena—
como todas estas: Que tengan un enfermo que requiera condiciones de luz y
temperatura muy cuidadas. Que sea lo que se denomina un piso patera, donde
permanentemente se duerme a turnos. Que hayan montado un cultivo clandestino de
plantas. Que sea el escondite de una banda de maleantes. Que dediquen la
habitación al ejercicio de actividades digamos de cama mediante
contraprestación económica que requieran evitar miradas indiscretas. He
descartado la fácil. Sería simplemente la rotura de la persiana, ya que llevan
un tiempo demasiado largo como para que alguien no se haya animado a
arreglarla.
No
quisiera haber caído en el cotilleo y menos en la denuncia. Creo que cada cual,
de puertas adentro, tiene un amplísimo margen de libertad para hacer lo que le
venga en gana. Simplemente ha sido un lapsus, un divertimento al levantar la
vista de la pantalla de mi ordenador y ver lo de todos los días. Supongo que
quienes viven detrás de esa persiana es gente maravillosa y honrada. Como los
demás vecinos de patio, vamos. También deseo que sigan durante mucho tiempo
lavando y tendiendo la ropa con el mismo esmero y dedicación y que hagan lo que
tengan a bien disponer, siempre que no sea descuartizar personas como en la
película.
Hay otra posibilidad que tú no has contemplado: que hayan leído el blog y te tengan ya calado. Por eso no abren la ventana, apara que no fisgonees. salu2
ResponderEliminarJajaja. Cabe esa posibilidad. Las miradas pueden ser en las dos direcciones. Que sorpresa tú por aquí. Me alegro. Saludos.
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