Volviendo a la actividad del
patio, no me produce mayor atractivo saber lo que sufre o goza el vecindario,
ya que ni el cotilleo ni el voyerismo tengo entre mis defectos o aficiones,
hasta donde yo sé, pero uno a veces inopinadamente se fija en los detalles. En
mi caso es la vecina de enfrente la que acapara mi interés. No lo que hace de
ventana hacia adentro, sino hacia fuera. Lo suyo es un no parar y es que, esa ventana
rara vez la encuentras sin ropa tendida. Esto me recuerda el dicho de: hay ropa tendida que advierte al
interlocutor para que no comente ciertas cosas ya que hay niños y no conviene
que las escuchen.
Así que en esa casa hay
niños. Se nota en la ropa y hay una mujer tendiendo y luego quitando enormes
coladas bien oreadas y secas. No voy a hacer un estudio sociológico, pero
podría dar una aproximación a tenor de la frecuencia de lavado, de la calidad
del tejido, del gusto, de la edad de los usuarios, etc. Simplemente me he
limitado a sacar unas fotos. Son doce. Podría pegarme el pegote y decir que
cada una corresponde a un mes del año, pero la realidad es que las he sacado en un par de semanas sin estar muy atento, lo
que demuestra la capacidad de trabajo de la susodicha vecina.
He realizado una composición
con las doce fotos. Se puede ven pinchando aquí o en la pestaña superior
IMÁGENES. Están ordenadas cronológicamente. No tienen nada especial. Únicamente
me llamó la atención la última foto de la primera línea y la primera de la
siguiente donde se ve que, mientras la vecina que nos ocupa ha cambiado la
colada, la vecina de abajo mantiene la suya tal cual. Para la última foto me he
permitido esperar a que se asomara la protagonista. Me he sentido un poco
voyeur, pero me ha dado la oportunidad de conocer su aspecto.
En otra ocasión hablaré
sobre las vistas que ofrece el otro lado de la casa donde, a modo de anticipo,
puse una foto en este blog allá por navidades.
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