Estamos metidos de lleno
estos días en un problema a nivel planetario, nunca mejor dicho porque afecta o nos va
a afectar a todos. El miedo ronda ante la incertidumbre. Individualmente no
tenemos nada que hacer porque el «sálvese quien pueda» no funciona a no ser que
nos dediquemos al saqueo, la rapiña y a defender a toda costa lo que tenemos,
algo que podría valer a unos pocos y por poco tiempo. No lo digo en broma. El miedo
conduce al pánico y en este punto todo es incontrolable. En otras circunstancias se han
visto acciones de este tipo como asaltos a supermercados que derivan en: me
llevo un televisor de no sé cuántas pulgadas, arramplo con un cargamento de
whisky de la mejor calidad o me llevo un vestido de la Fashion Week de un escaparate, maniquí incluido. Lo hemos visto por
la tele. Y, si ha salido por la tele, es palabrita del Niño Jesús. El paradigma
consumista y materialista está haciendo estragos. Así que evitar estas
situaciones es obligación de quien manda, garantizando lo que la sociedad
necesita.
No quiero hablar de
coronavirus, un bichito que sospechosamente anda rondando por laboratorios y
despachos (en estos de forma virtual) hace bastante tiempo. De lo que quería
reflexionar es sobre el miedo. Sirve para espolear al indeciso o para
paralizarlo. Patologías y fobias aparte, la diferencia depende de cómo lo
gestionamos. A veces se ignora la realidad y así creemos que hemos superado los
problemas. La contrapartida es que nos entregamos atados de pies y manos.
El miedo es un mecanismo de
defensa para responder ante situaciones amenazantes y preservarnos de la
tragedia. Es un sentimiento humano. Todos lo tenemos. Alguna vez más manifiesto
que otras. Incluso hay quien vive en un permanente miedo haya o no peligro real.
Cuando el peligro no es real, el miedo no cumple su función y se crea la
ansiedad, nos paraliza y hace que tomemos decisiones equivocadas. Es el arma
preferida de los regímenes poco democráticos o de los grupos de presión que
manejan el mundo. Y así en cascada hasta llegar al último escalón de mando. Paralizados
por el miedo somos presa fácil. Algunos
tienen miedo a los demás, mientras que otros se temen a sí mismos. Unos a la
muerte y otros a la vida; unos a la oscuridad y otros a la luz; unos a la
mentira y otros a la verdad.
El miedo hace que miremos a
otro lado y callemos. Cuando callamos perdemos la capacidad de exigir y establecer
límites. Perdemos la interrelación con el conjunto de la sociedad y renunciamos
a la cooperación para avanzar, lo que nos hace vulnerables e inhumanos. Aldous
Huxley acierta al decir que el miedo llega a expulsar al hombre de la
humanidad misma. Hermann Hesse también al decir que cuando se teme a alguien es porque a ese
alguien le hemos concedido poder sobre nosotros. Por eso, cuando el miedo quiebra, desaparece la dominación de
quien infunde el temor y la relación se invierte. Parece, en conclusión, que hay
un consenso en decir que el único antídoto contra el miedo es la esperanza que
parece más fuerte, aunque Nietzsche sostiene que
la esperanza es el peor de los
males pues prolonga el sufrimiento humano. Supongo que se refiere a que pensar en un futuro mejor te impide
analizar la realidad a la hora de tomar decisiones. Yo no se lo voy a
discutir, pero creo que se podría hacer una síntesis entre lo uno y lo otro.
Entre tanto
habrá que aceptar las restricciones impuestas con resignación y con la
esperanza —nunca más deseada porque no nos queda otra— de que pare la
pesadilla.
A medida que leía, iba asintiendo a cada una de tus palabras, y hago mío tus pensamientos y tu sentir Isan. Los hago de todos, porque nos hace falta la esperanza pese a lo que sostiene Nietzsche.
ResponderEliminar¡Vaya sorpresa, tú por aquí! Me alegro de que hayas pasado y más que compartas mi idea. Hoy precisamente he leído que eras nada menos que Tintero de Oro. Te felicito y me alegro un montón. A medida que iba leyendo los más votados y no aparecías, me estaba imaginando que ganarías, como así ha sido. He querido leer el relato pero no lo localizo ni pinchando en tu blog que tengo por aquí a la derecha ni en El Tintero de Oro, así que si me pones un enlace te lo agradezco.
EliminarFelicidades de nuevo y espero leerte este de "Lo que el viento se llevó" y el que, supongo, has mandado a Literautas que está ya calentito.
Un saludo.
Buenas noches de nuevo Isan.
ResponderEliminarGracias por tu felicitación. Pues no, no lo he mandado a Café, pero te mando un enlace por aquí a ver si logras leerlo ahora que nos tienen encerrados por el bien de la comunidad y de nosotros mismos.
Un cordial saludo Isan, nos veremos-leeremos muy pronto, seguro.
https://alzapalabra.blogspot.com/2020/02/vientos-de-guerra_91.html
Hola, Isabel.
ResponderEliminarYo preferiría estar más suelto. No me refería a este relato premiado sino al propio de Caféliterautas que aún no ha aparecido. Respecto al premiado ahora voy a sentir esos vientos de guerra.
Un saludo.
Pues nome han publicado el relato aportado para Café Literautas titulado "Viernes de Dolores", tampoco sé la razón puesto que no me lo han comunicado. Conté varias veces las palabra sy tenía exactamente, sincontar el título, 750 palabras.
EliminarAlgo desilusionada snif.
De todas maneras comentaré algunos relatos, entre ellos el tuyo, puesto que esta quincena de confinamiento dispondo de tiempo de sobra.
Un cordial saludo Isan, y ya apunte tu 8 M en mi agenda de pendientes :))
Y como puedes ver (yo no), escribo sin gafasque no lasencuentro.
EliminarSupongo que es frustrante después del esfuerzo en elaborarlo, pero deberían corregirlo por el bien de los lectores y de ellas mismas.
EliminarYa le visto tu nueva propuesta para el Tintero. Tiene buena pinta. La leeré y comentaré. Creo que esta vez voy a presentar un relato, si no me pierdo en esa página.
Un saludo.
Por fortuna lo han solucionado, me han puesto al final de la lista. ¡Qué bien!
EliminarMe alegro de que te hayas decidido a concursar en Tintero.
Hasta pronto compañero.