Cuanto
oigo hablar de perfiles no puedo evitar pensar en una empresa emblemática de mi
localidad, “Perfil en frío”, que se dedica, como ya se habrá adivinado, a
fabricar perfiles de acero para la industria. Cierto
es que perfiles son eso y más cosas, por ejemplo una foto de alguien tomada de
lado, la postura que deja ver una mitad de un cuerpo. También es el conjunto de
rasgos peculiares que caracterizan a un individuo. Hace tiempo que los perfiles
se refieren casi en exclusiva a esta última acepción: a una información amplia
sobre cómo es una persona o el modelo que queremos parecer.
El perfil es un breve resumen de información relevante: cómo eres,
tus capacidades, cualificaciones, habilidades, competencias, experiencia,
gustos, aficiones, fortalezas y demás méritos que te avalan y justifican la
idoneidad para un determinado puesto. En la práctica, se tiende a corregir lo
malo y aumentar lo positivo. Adornar, si no directamente inventar y mentir. De
esto tengo experiencia, no por haberlo practicado sino por haberlo constatado.
Pero, por si acaso, siempre quedará la carga de la prueba.
Los perfiles —me refiero ahora a los de foto— engañan igualmente porque
se adivina que hay algo que no se muestra. Como la cara oculta de la Luna. Insinúan
otra forma de ser distinta a la mostrada, como el yin y el yang que nos refiere
la dualidad de todo cuanto existe en el universo. Lo opuesto y lo
complementario.
El otro día contactó conmigo un conocido circunstancial y en su
WhatsApp enviaba foto. Era una instantánea muy estudiada y cuidada. Tan
estudiada que parecía falsa o, al menos, nada natural. Para empezar la foto
estaba de perfil. Literal. Tal vez lo del perfil se lo tomó al pie de la letra
y lo petó. En este sentido no hay
nada que reprocharle aunque, ya puestos a desvelar el careto propio, me gustan más las fotos de
frente donde dices «así soy, dando la cara». Otros mandan la foto de su mascota, lo cual considero un
agravio. Lo tomo como «habla con mi perro». Algo mejor es la foto de cualquier
objeto inanimado, como es mi caso, que da más pistas sobre la personalidad y
los gustos del poseedor. Incluso pueden ser más divertidas.
Habría
que admitir que cuando se dice «perfil» nos referimos a todo eso que menciono:
currículo, aficiones, conocimientos, entre otros aspectos y que la foto forma
una parte más de ese conjunto de información. Si se quiere tener una foto de
perfil como elemento aislado, deberíamos presentar nuestro lado bueno o malo,
pero solo uno y siempre el careto. Creo
que estamos ante una confusión de conceptos. Cuando en nuestro teléfono o Email
añadimos una foto se debería decir
«la foto del perfil» y no la «foto de perfil». Así que el conocido del
WhatsApp lo ha clavado.
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