Hay
que reconocer que dos mil años de historia dan para mucho. Se empieza con
humildad, como pidiendo permiso, predicando la buena nueva donde todos somos
hermanos, ¡aleluya!, y se termina siendo la mayor industria de fabricar dinero.
Con una mano expertos en vender humo y expectativas para una vida inexistente y
con la otra inflexibles condenándote al fuego eterno, los hacedores del bien y
del mal, hábiles en el manejo de la dialéctica y en el uso de maniobras
arteras. Su patrimonio crece a base generosas donaciones, herencias de devotos,
aportaciones del Estado, Sociedades de Inversión (SICAV), Fondos Éticos y
Solidarios, Carteras de Fondos e
Inversiones con un perfil de riesgo bajo y fines especulativos. Los bancos se
rifan a obispados, congregaciones, hermandades y Opus Dei considerados clientes
VIP para atenderlos en su banca privada. En el sumun de la insolencia acordaron
con el Gobierno de España que los contribuyentes, cuando hagan la
autodeclaración de la renta, pongan el destino de una parte de la recaudación
para la Iglesia Católica Apostólica y Romana, que es la que tiene su sede en el
Vaticano. Y por si pudiera quedar algo, recogen la calderilla de los bolsillos
de los feligreses pasando la gorra en las iglesias.
No
me digas que no es ingenioso. Pero hay más. Con las inmatriculaciones lo están
petando. Sin tener que demostrar derechos de propiedad sobre los bienes, en
virtud de un cambio de la Ley Hipotecaria, el gobierno de Aznar autorizaba a
los obispos a hacer de fedatarios públicos para que pudieran poner a su nombre los templos de culto, algo que siempre se han considerado
bienes de dominio público o comunales. Pero ya desde mucho antes se han hecho
con casas, fincas rurales, monumentos, cementerios, plazas, o cualquier bien
inmueble simplemente con un documento del propio
obispado a quien se le concede funciones sin ser Registradores de la Propiedad
como la Ley obliga.
Esto supone la bagatela de más de 70 000 fincas que pasan a su propiedad a
coste cero. Muchas están alquilando o vendiendo, otras se están cayendo a
pedazos, literal, por no gastarse en su arreglo. Para remate final, en virtud
del Concordato, el tratamiento fiscal de los negocios de la Iglesia Católica no
pasa por caja.
El Banco Ambrosiano si se pudiera definir en pocas palabras
sería: dinero, poder y mafia aderezado con un toque de religión a modo de
tapadera. Era un banco italiano que se derrumbó estrepitosamente en 1982. En el centro del fracaso de este banco estaban su
presidente, Roberto
Calvi, Paul Marcinkus (arzobispo acusado de ser el brazo ejecutor del asesinato
del papa Juan Pablo I), algunos cardenales, obispos y prelados de alto
rango de la Iglesia Católica, Michele Sindona, empresario y banquero siciliano famoso por sus contactos
con la mafia y que dio entrada en la trama a la logia masónica P2, con miembros pertenecientes a la banca, a la política, al
periodismo, a la judicatura, a las Fuerzas Armadas, etc. El Banco Vaticano era
el accionista principal del Banco Ambrosiano, y la temprana muerte del
papa Juan
Pablo I de un supuesto ataque al corazón
en 1978, dio lugar a que algunos medios sospecharan de que estaba
ligada al escándalo del Ambrosiano, banco acusado de concentrar fondos secretos
de los EE.UU para el sindicato polaco Solidaridad o para los Contras en Nicaragua, entre otros. El Banco Vaticano se ha visto envuelto en constantes
escándalos y misterios (muertes,
secuestros y suicidios) sin resolver desde su fundación en 1942.
Sería procedente que, como dijo su líder
y fundador, dieran a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar y se
centraran en aquello para lo que fueron creados: administrar ese «mi reino no
es de este mundo»: la obra pastoral y la salvación de sus almas, sin interferir
en asuntos mundanos ajenos a su organización. Por parte del Gobierno se debería
declarar las inmatriculaciones nulas de pleno derecho o recurrir a una
desamortización de bienes al mismo coste de su adquisición —es decir coste
cero—, porque ellos, motu proprio, no lo van a devolver, y se revirtiera la
propiedad a los municipios o al estado, pero me temo que todo quedará atado y
bien atado en el estatu quo con la
firma de un nuevo Concordato.
Para terminar, parece de mal gusto
mezclar los temas del peculio con los del alma (por llamarla de alguna
manera), pero en este caso es inevitable porque ambos aspectos se dan en esta
institución en abundancia y con desmesura. Por un lado su atávica obsesión en
la represión (a los demás) del sexo y por otro la laxitud en el comportamiento
bastante generalizado de sus miembros. No voy a poner calificativos porque la
lista sería interminable. Y aquí está la paradoja: lo primero sirve para tapar
los escándalos de lo segundo.
Hoy, domingo de Resurrección, que es
rehabilitación, renovación retorno, reintegro, recuperación, y significados en
torno a la misma idea, podían aplicarlo simplemente mirando su doctrina y
devolver lo que no es suyo. Amén.
Muy buen articulo.
ResponderEliminarUn secreto a voces. La iglesia catolica una vez prueba que son unos hipocritas.
Un saludo
Hola, Yessy. He hablado de la católica porque es la que conozco, pero muchos otros viven del mismo cuento. Gracias por pasar. Saludos.
ResponderEliminarHay creencias que rebasan todos los límites de la decencia y este timo es una de ellas. Aprovecharse de la necesidad y la indefensión de las personas es perverso.
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