2014-06-20

ARREGLAR EL MUNDO

Me comentaba el otro día un amigo que para solucionar las injusticias sociales del mundo mundial, sería preciso establecer un salario mínimo para todos los habitantes del planeta. El mismo para todos. Si esto pudiera implantarse a través de algún organismo internacional tipo ONU, qué duda cabe que arreglaría la miseria que asuela a la humanidad. Pero tal formulación teórica resulta inviable materializarla.

Existen diferencias de nivel económico tan  abismales entre países, que lo que para muchos sería inasumible, para otros supondría menos de lo que ya destinan a ayuda social. Esto sin contar con la nula voluntad de quien debiera decidirlo y que no estarían los unos dispuestos a rascarse el bolsillo por los otros y en qué proporción.

Tal vez se debería exigir realmente a los estados que garanticen a sus ciudadanos condiciones de vida dignas de acuerdo con el nivel de vida de cada país. Vivienda, alimentación, estudios, atención sanitaria. Nada retórico pues ya se proclama solemnemente en la mayoría de constituciones.

Nacer en uno u otro lugar es como participar en una carrera donde unos corren en pista cubierta y otros lo hacen en un campo lleno de obstáculos. Dependiendo del lugar donde tu madre te ha parido, debes asumir cargas u obligaciones diferentes, muchas impuestas graciosamente o sin ninguna gracia y todas sin posibilidad de rechazarlas. No te preguntan si te interesa o te gusta y no tienes otra alternativa. El país de nacimiento es la marca indeleble que a modo de pasaporte figura en tu currículo. Las oportunidades que te da la vida no dependen de tus capacidades sino del lugar de nacimiento y de las barreras legales y/o materiales que te impiden migrar.

Las fronteras, los estados, se han establecido para defender intereses particulares. Se han invadido, colonizado y esquilmado territorios con el mismo fin, imponiendo una carga de obligaciones en contra de su voluntad y condenando a sus gentes a la miseria permanente.
 
Quizás deberíamos empezar a plantearnos reivindicar el derecho a no tener patria, a suprimir fronteras y a poder elegir libremente el lugar donde queremos vivir. 

Esto sería democracia real y sería libertad. Única manera efectiva de prosperar individual y colectivamente sin hacerlo a costa de otros.


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