2022-02-12

TAUROMAQUIA

 

La pandemia, que todo lo trastoca, ha propiciado que se suspendieran por dos años los mal llamados festejos taurinos. Podría ser una ocasión magnífica para darle una vuelta o, al menos, cuestionar su encaje en esta sociedad que presume de civilizada en este siglo que ha superado su quinta parte. Pero no será así, me temo.

Leía hace poco un artículo periodístico de alguien que había escrito un libro donde suelta perlas de este pelo: «Los animales no tienen derechos porque no tienen obligaciones. Tampoco sufren porque el sufrimiento es privativo de los humanos». Estas afirmaciones tan categóricas me recuerdan cuando decían que los negros (las personas) no tenían alma, por lo que eran animales y se les podía matar, maltratar o comerciar con ellos. Un poco antes también se decía que las mujeres no tenían alma. Derechos tienen —ahora me refiero a los animales—, no hay más que acercarse al Código Penal: El artículo 337 castiga a «el que por cualquier medio o procedimiento maltrate injustificadamente, causándole lesiones que menoscaben gravemente su salud o sometiéndole a explotación sexual, a un animal doméstico o amansado». El legislador, para aclarar a qué animales abarca esta protección, incluye en el concepto de “animal doméstico o amansado” un animal de los que habitualmente están domesticados, un animal que temporal o permanentemente vive bajo control humano, o cualquier animal que no viva en estado salvaje”. Las conductas prohibidas en los delitos de maltrato y abandono de animales consisten en «maltratar injustificadamente», «maltratar cruelmente» y «abandonar animales domésticos en condiciones en las que pueda peligrar su vida o integridad». Creo que matar cruelmente, por mucho arte que le pongan al deleite, encaja perfectamente. Además que la clave está en “el control humano” donde sí están los toros. Supongo que de esta prohibición se salvará la caza exclusivamente. También dice el autor del libro que “la tauromaquia tiene tanta fuerza mediática que se meten con ella para hacerse visibles en la sociedad”. No se puede juntar en tan poco espacio tanta estulticia y mala baba.

La historia de la tauromaquia, que tan asimilada está en nuestra cultura, ha sido muy cambiante. Desde estar prohibida por las autoridades y condenada por la Iglesia Católica por ser pecado, hasta darle protección declarándola Bien de Interés Cultural y subvencionarla para mantener el negocio de algunos porque por sí misma no sería viable económicamente. Admitiendo que el arte ha sido prolífico en plasmarla, no justifica mantenerla per se. Guardar tradiciones es encomiable, pero cambiar las perversas lo es más. A estas alturas deberíamos tener claro que no está bien matar un animal para regocijo humano. Una salvajada no se puede justificar en la tradición que arrastre ni sustentarla en lo que pueda tener de arte si este consiste en la carnicería que se produce en el ruedo. Es poco edificante ver a los areneros tapando la sangre y la mierda que deja el espectáculo y da «vergüenza torera» ver cómo se llevan al infortunado entre el jolgorio de los espectadores que cuando más se divierten es cuando ven correr la sangre. Porque de lo que se trata es de un espectáculo de lucha a vida o muerte donde, sí o sí, el toro la va a palmar y todos lo saben de antemano. En definitiva: un espectáculo macabro y repugnante a partes iguales que retrata con esos calificativos a quienes lo mantienen.

Las corridas de toros son un anacronismo que tarde o temprano la sociedad terminará por rechazarlas. El empecinamiento en mantenerlas, aun en contra de todo civismo, es maltrato animal disfrazado de tradición. Como dijo Gandhi «la grandeza y el progreso moral de un país, una nación, puede juzgarse por la forma en que trata a sus animales». El respeto por su bienestar es una muestra de los valores que guardamos como sociedad.


2 comentarios:

  1. En Canarias ha estado prohibida la tauromaquia desde el parlamento canario desde 1991, sin embargo, la pelea de gallos no están prohibidas, se impide el maltrato crueldad o sufrimiento, eso sí, y las instalaciones deben ser en recintos cerrados.
    Incongruencias, cosas veredes...

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    1. Hola, No sabía ni de la prohibición i de la autorización. Efectivamente cosas veredes, amiga.

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