La
filosofía, la psicología, la sociología, la literatura o cualquier otra ciencia
social lo tienen todo pensado, estudiado, experimentado, filosofado o
teorizado.
Esto
de pensar en principio no hace mal a nadie mientras no te pases de vueltas o
intentes meter tus ideas a los demás con calzador, o incluso con otros métodos
más expeditivos, algo que se da con harta frecuencia a lo largo de la humanidad.
Esa perversión de imponerse sobre los demás a toda costa. Además pensar es
gratis, por lo que cada uno le da rienda suelta a su intelecto sin otra
limitación que la que su propia capacidad le admite, con lo que hay ideas y
puntos de vista para todos los gustos y colores.
A
propósito de la disquisición entre casualidad o coincidencia que fue tema de un
post anterior, también hay disparidad de criterio o divergencias filosóficas,
como no podía ser menos y al que me voy a referir de manera sucinta.
Por
un lado están los deterministas. Apuntan estos que no existe la casualidad sino
la sincronicidad o causalidad,
término definido por el psicólogo Jung. Esta teoría del determinismo tiene
distintos grados de intensidad y viene a decir, grosso modo, que no existe el
azar sino que todo, acciones incluso el pensamiento, pasan por algo, tienen una
causa. Tiene su importancia este pensamiento que es abrazado mayoritariamente
por religiones varias con mayor o menor intensidad. Dios lo sabe todo, luego es
la causa de las acciones humanas, dicen algunas religiones cristianas. Algún
santo varón enfatiza que no existe la casualidad y lo que se nos presenta como
azar surge de las fuentes más profundas. Las leyes de la espiritualidad traídas
de India aseguran que lo que sucede es la única cosa que podía ocurrir, y que
en cualquier momento que comience, es el momento correcto.
Otra
postura radicalmente contraria tiene también sus seguidores. Por ejemplo Milan
Kundera piensa que lo que ocurre todos los días, lo esperado, lo que se repite
todos los días, es mudo. Sólo la casualidad nos habla. Hay quien asevera que
los mayores tiranos del mundo son la casualidad y el tiempo; también quien dice
que una vez es casualidad, dos veces es coincidencia, la tercera vez es una
acción enemiga y alguien escribió una fábula sobre un burro que hizo sonar la
flauta por casualidad.
No
puedo negar que muchos sucesos ocurran por sincronicidad o causalidad, pero de
ahí a decir que la casualidad no existe, que todo obedece a un plan o motivo,
que todo está escrito y el destino definido, va un largo trecho difícil de digerir
si no tienes cierta predisposición.
A
medida que nos vamos acercando más a lo paranormal, a lo místico o incluso a lo
religioso, más tendemos a pensar en el determinismo. Este era el pensamiento de
las primeras sociedades y es la necesidad actual de dotarnos de seguridades sin
dejar flecos sin resolver, para así cerrar el ciclo de nuestra vida dando un
sentido o un porqué a todo cuanto ocurre.
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