Los
números son un concepto abstracto sin identidad propia, pero sin ellos no
podríamos vivir.
Cuando
se inventaron se abrió un mundo nuevo para la humanidad del que ya no se pudo
prescindir. Dependemos de ellos absolutamente, tal como se ha organizado la
sociedad. A más civilización, más números. Y todo partió, supongo, de que
alguien vio la conveniencia de distinguir o valorar entre uno y varios, o algo
parecido.
Cualquier
aspecto de nuestra vida se traduce a números, incluso aquello que no es
necesario. Decir que alguien ha montado el numerito es una expresión que nada
tiene que ver con las matemáticas. No hay nada más frío y neutro, pero sin
embargo cuánto nos divierte un sudoku. También se dice que los números cantan y
que todos tenemos un número talismán o preferido. Incluso muchas personas son
tratadas como simples números.
Ejemplos
paradigmáticos de la utilización práctica de los números son la estadística y,
no digamos, la informática. Simplemente un circulito y un palito –o para ser
exactos un cero y un uno- dan vida a uno de los mejores inventos de todos los
siglos.
Cualquier
número vale. Un cero de más en tu cuenta corriente te puede arreglar el día, el
mes o el año, dependiendo de otros ceros que haya antes.
Hoy
leía en la prensa –digo hoy pero puede ser cualquier día- varias noticias
haciendo abstracción de números, cifras o cantidades, y las noticias carecían en
absoluto de sentido o quedaban manifiestamente incompletas.
Ayer
jueves se cumplieron 1200 días desde que inicié el blog y coincidió que recibía
la visita 8000. Dos números que invitan a la celebración o, al menos, a fijarse
en la contundencia de su redondez.
Y
es aquí donde yo quería llegar. He dividido las visitas entre los días para
hallar la frecuencia –pura estadística- y me encuentro con que el número
resultante es el 6´66. Nada menos que ¡el número de la bestia! o el anticristo.
Últimamente han surgido interpretaciones de que este número 666 se identifica
con la World Wide
Web enlazando con lo que dice el Apocalipsis, el hebreo o el arameo y el
paralelismo existente entre las tres W y la escritura del 666 en números romanos.
Para
que luego digan que los números son fríos. Como los que llenan el Kamasutra, o
el mítico 90-60-90 que tenía quien usaba Chanel nº 5 para dormir, o el 10, que lo dice todo de quien lo tiene en su expediente.
Una
última reflexión. Los números son el reflejo más crudo del impacto del hombre
sobre la naturaleza.
No está mal, pero la última reflexión no llego a captarla
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