2011-09-17

LA EXPRESIÓN DE LOS SENTIMIENTOS

Caso 1:

Las reacciones ante un acontecimiento inesperado pueden ser de lo más sorpresivas.

 La muerte del perro yo creía que iba a devenir en tragedia prolongada, pero, quitando el primer momento inicial de locura tras el atropello, ya no se ha vuelto a comentar nada. Parece como si nunca hubiera existido. Está claro que cada uno lo siente y lo expresa a su manera. Cada uno nota esos detalles de su ausencia, esos momentos en los que hubiera hecho tal o cual cosa. Supongo que habrá que dar un tiempo para interiorizarlo y asimilarlo.

            Esto de poner un animal en tu vida no me gusta. Te crean sujeciones físicas, económicas y emocionales, dependencias y limitaciones que no creo que compensen con las alegrías, satisfacciones o compañía que te dan. Además es seguro que desaparecerán antes que tú y que no harán nada por ti cuando lo necesites, no pueden.

A pesar de que el perro, la perra, no era mía, el verano en el pueblo nos hacía pasar dos meses juntos. Echo en falta esa disposición que tenía Eki cuando yo me preparaba para realizar algún trabajo. Venía conmigo inquieta, mirándome, intentando adivinar el lugar -el pozo, la huerta, los aspersores- y anticiparse. Siempre le decía cuánto me gustaba el entusiasmo y la voluntad que ponía y de lo poco que me servía esa ayuda:
    
 -Ya me gustaría que llevaras esa carretilla o que pasaras el cortacésped-, solía decirle.

Se limitaba a sentarse cerca, a ser posible a la sombra. A mi esa compañía me  bastaba. Cuando la sacabas a pasear era la locura. Y cuando le llamabas acudía veloz, como en la última carrera al cruzar la carretera.

Al día siguiente, cuando me deshacía del cuerpo, -como dice Pedro Navaja en la canción, no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró-  no pude evitar decirle:

-Aquí estas como siempre a mi lado, pero, como siempre, el trabajo me lo llevo yo.



Caso 2:

Infinitamente más dolorosa y desgarradora es la muerte de un hijo. Ha ocurrido estos días. Adi un chaval de 17 años –esto lo dice todo- volvía a casa por la noche en bici y le atropella un coche. Para unos padres semejante tragedia tiene que destrozar su vida.

Yo creo que no podría sobreponerme nunca. Qué difícil tiene que ser asimilarlo, recordarlo, comentarlo y vivir con ello el resto de tu vida.




Caso 3:

El otro día una jovencísima madre sentada en el banco de unos jardines cerca de mi casa, estaba amamantando a su recién nacida criatura.

Vi en su mirada esa expresión de ternura que muy pocas veces he visto y me recordó la de mi esposa con el primer hijo cuando salía de dar a luz.

Lo expresaba todo sin palabras: emoción, fragilidad, protección, amor.

Leí en sus ojos que decía:

-Felicítame, soy la persona más feliz del mundo.

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