ESTE RELATO PARTICIPA EN A PROPUESTA DE «EL TINTERO DE ORO» PARA ENERO DE 2023 CON LAS PREMISAS DE ESTE CARTEL:
EL PODER DE LOS DIOSES
Ezio pastoreaba por las laderas del monte Olimpo quejándose de su suerte
porque, llamándose Ezio que significa águila, no podía volar como quería su
imaginación. La compañía de las cabras y el eco del mar en los riscos no era
bastante para llenar su espíritu. Leía para compensarlo, Conocía a los dioses,
sus fortalezas y debilidades, pero a quien más admiraba era a Proteo, hijo de
Poseidón. Cuando se acercaba al mar, se acordaba de él. Lo imaginaba pastoreando
a las bestias marinas y escapando de quienes querían interpelarle. Le gustaría
conocerlo y, en sus ensoñaciones, fantaseaba con un encuentro: «Que injustos
sois los dioses conmigo. Yo aquí, perdido, sin apenas contacto humano. Otra
suerte corréis los moradores de ese otro Olimpo que me está vedado», decía
compungido. «No creas, amigo Ezio, huyo para estar tranquilo porque me acosa una humanidad ávida en conocer un porvenir que cada día se
presenta más borroso y, acostumbrada a las certidumbres y a la seguridad, ve
tambalear su casa y el futuro de su prole. Yo, que puedo agorar la suerte de los demás, no puedo conocer
mi propio futuro». «Pero, tú, Proteo, tienes el don
de la profecía, representas la personificación del inconsciente, la mutabilidad
del ser y la transformación permanente que el tiempo trae, ¿cómo puedes hablar
así? Me gustaría ser tú». «La vida es muy caprichosa, amigo Ezio, y nuestro
destino ya está escrito de antemano. Yo llevo una carga insoportable. Mis
poderes no son un don sino una maldición».
A estos dos les vendría bien una pasada por Sartre: «Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace».
ResponderEliminarBuen relato, Isan.
Un abrazo.
Estoy de acuerdo con Sartre (y contigo, por supuesto), pero admite ciertos matices porque hay cosas que algunos hacen forzados por las circunstancias que obligan a hacer cosas que cuesta mucho quererlas. Gracias por comentar-
EliminarNada es lo que parece y a veces lo que envidiamos puede esconder mucho dolor. Estupendo micro, Isan. Reflexivo y cargado de melancolía.
ResponderEliminarHola, Marta. Efectivamente esa reflexión es la que plateo con el micro. Lo que se tiene y lo que se desea o lo que yo no tengo y el otro sí. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola Isan excelente relato. Sin duda como ya han dicho lo que deseamos en otro quizá no es lo que creemos. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Ainhoa. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarEzio era un vivales. Quería volar, pero no tener pico, por ejemplo. Y cuando tuviera alas, como se sacaría una brizna del ojo. Cuidado con lo que deseas...
ResponderEliminarY Proteo, otro igual. Luego se quejaría de que no podía hacer otra cosa que contar los días que le faltan para coger un cáncer
Una estupenda fábula de lo tontos que son humanos y dioses.
Abrazo Isan
Hola, Gabiliante. Tu comentario me parece genial, hilarante y certero todo en cuatro líneas. Muchas gracias por tus comentarios. Un abrazo.
EliminarBuen micro. Gracias por compartirlo (y escribirlo)
ResponderEliminarHola, Guille. Gracias a ti por leerlo y comentarlo. Un abrazo.
EliminarPor lo menos, tiene a tan ilustre amigo, con el cual conversar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Demiurgo. Supongo que con la lectura y la conversación se le aclararán las ideas. Un abrazo.
EliminarUn muy buen micro, me parece que cualquier sicólogo de hoy en día estaría feliz de tratarles. Me parece muy original el ángulo desde el que has abordado el reto. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ana. Se trata del inconformismo que puede ser envidia o deseo de superación o achacarlo a la mala suerte y parece que siempre está presente. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe gusta como presentas, como yo lo entiendo, la envidia a lo que otro tiene.
ResponderEliminarSin embargo el envidiado quisiera no serlo por esos poderes que le son una carga.Podemos tomarlo a risa y pasar un ratito entre dioses "quejicosos" o pararnos a refleixonar en el transfondo de lo que nos cuentas. Un placer leerte.
Saludos.
Hola, Jose. Hombre, el de mi relato sí era un poco quejicoso pues se pasaba el día huyendo y quejándose de que le interpelaran. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
Eliminar¡Pero bueno, Isan! Nos has regalado un gran micro sobre los absurdos anhelos y las insatisfacciones personales, los deseos, los anhelos, los celos y recelos... y todo eso tan humano enmarcado en un coloquio entre dioses.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Hola, Isabel. La envidia, los celos y los deseos forman parte de la vida diaria. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarMuy buen micro, Isan, por retratar tan fielmente lo parecidos que eran en la antigua Grecia personas y dioses, las mismas virtudes y los mismo vicios. La psique humana, y la de los dioses, parece que no ha evolucionado tanto... disfrutamos poco de lo que tenemos y valoramos mucho lo que nos falta, un inconformismo encadenado a nuestra especie para lo bueno y para lo malo. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Carles. Estás muy acertado porque los dioses de la mitología en realidad representan las debilidades y fortalezas, las miserias y deseos de los humanos. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarEstá escrito por ahí, que el poder implica una carga inmensa de responsabilidad. Yo añado que también una gran soledad. Los poderosos realmente son los que pasan desapercibidos haciendo pequeñas cosas para solucionar problemas grandes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Francisco. Cierto que implica un carga, pero creo que hoy en día hay mucho inconsciente por ese gremio de los poderosos. Inconscientes o insensibles para con los grandes problemas que no sean los suyos. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarConocer el destino es un deseo humano muy antiguo! Saber lo que nos depara el futuro quiza sería una gran fatalidad! Un abrazo!
ResponderEliminarHola, Marifelita. Ya lo creo que sí sería fatal, sobre todo si ese futuro no fuera de tu agrado. Gracias por pasar por aquí. Un abrazo.
EliminarNo creo que conocer el futuro que nos espera fuera nada bueno. ya tan solo saber el momento de la muerte sería una gran maldición. Muy buen relato.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa. Pues saber el futuro, así en general no sería bueno, pero conocer la fecha de la muerte igual lo veíamos como algo natural y apañaríamos vuestra vida a eso. Le daré algunas vueltas. Un abrazo.
EliminarEsa imagen del otro, persona o lugar que nunca cuenta más que una parte pequeña de la verdad... Y siempre queremos lo que no tenemos. Hace días que estoy en el anonimato de Google. Le encanta pasarme de cuando en cuando a estas situaciones. Un abrazo, Juana
ResponderEliminarHola, Juana. Algo les habrás hecho que te boicotean. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Isan:
ResponderEliminarQuejarse de lo incómodo de la carga de lo propio y anhelar/envidiar lo liviano de la carga de lo ajeno es, imagino, una práctica humana más antigua aún que la creencia en dioses. Quizá el gran acierto de los teólogos griegos fue dotar a sus escrituras de un tomo épico e impregnar a sus dioses de debilidades humanas.
Tu relato es ágil y ameno. Más de un teólogo clásico y escritor actual anhelarían/envidiarían tener tu narrativa.
Un abrazo, Isan.
Hola, Nino. Quizás lo atractivo de estos dioses griegos es, como dices, el tono épico y las debilidades humanas. En cuanto a la envidia que pudiera suscitar, no lo veo, creo que es un exceso de generosidad por tu parte. En cualquier caso te lo agradezco. Un abrazo.
EliminarHola Isan. Si es que nunca estamos conformes con lo que tenemos, y esto aplica a mortales y a dioses. Luego, cuando lo perdemos, lo deseamos como si fuera lo más codiciado. Muy buena reflexión a la que invita tu micro. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Jorge. Coco dice la canción: todos queremos más y más y mucho más. Luego cada cual se las debe apañar como considere mejor. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarNi siquiera a los dioses les parece bastante lo que tienen, aunque podre predecir el futuro, sobre todo el ajeno es bastante desgracia (que se lo digan a Casandra). Me ha gustado mucho la forma de contarlo, sobre todo el diálogo. Estupendo micro, Isan, un abrazo.
ResponderEliminarHola, Lola. He querido hacer un diálogo en otro formato al que se suelen presentar los diálogos, con guion y línea aparte, y hacer un solo bloque con punto y seguido a ver qué tal funcionaba. Te agradezco el comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Isan. Un micro muy bien planteado. Muestras con esta historia la gran contradicción humana. La disconformidad con lo que nos toca y pensar que lo del vecino es mejor que lo propio.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Carmen. Así es como dices. Un poco de envidia y un poco de superación. Gracias por pasar por aquí. Un abrazo.
EliminarNi los humanos ni los dioses están satisfechos con su naturaleza. Si pudieran intercambiarse los papeles, verían quién es el más afortunado. Desear lo que no se tiene solo lleva a la frustración y los hombres siempre desean más y más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Josep Mª. Cierto, pero un poquito de aspiraciones hay que tener, la resignación tampoco es buena. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Eliminar¡Hola Isan! Genial micro en el que uno desea lo que tiene el otro, sin ser consiente de las consecuencias y desdichas que le acarrearan esos dones. Parece que nunca estamos contentos con lo que tenemos.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Rocío. El descontento lleva a la frustración pero la resignación a la desidia. No sé con qué quedarme. Gracias por pasar. Un abrazo.
EliminarHola.. dos dioses quejicas envidiándose entre si. Todos tenemos carencias y muchas veces no le damos el justo valores a nuestros dones... que cosas que hasta los Dioses sean pasto de estos vicios.. Excelente relato.. ¡Saludos!
ResponderEliminarHola, Octavio. mejor querer lo que tenemos y no envidiar lo de los demás. Gracias por pasar. Un abrazo.
EliminarJuro por los dioses del Olimpo que yo ya había escrito un comentario aquí, pero algún habitante de ese monte sagrado me la ha debido de jugar.
ResponderEliminarReitero lo que comentaba en un primer momento: el "don" de Proteo es una putada, debe de ser agónico saber lo que va a pasar, a no ser que te dediques a las apuestas deportivas o a algo parecido, claro.
Excelente reflexión la que nos traes de la mano de dos divinidades que desconocía, para qué te voy a engañar. ¡Gracias!
Hola, Paloma. Te creo con que alguien está jugando con los comentarios. A mí también me ha pasado. Lo que es una maldición se le puede dar la vuelta y aprovecharlo para, como dices, las apuestas. Comentas que desconocías a Proteo (este es el de las PROTEÍNAS), normal, hay cientos de dioses diría. Existe una enciclopedia de mitología griega con cientos de figuras mitológicas, dioses y héroes. Gracias por hacerme una visita. Un abrazo.
Eliminar¡Hola, Isan! Que buen micro en el que muestras que, en realidad, la envidia es el motor de todo. Envidiamos el poder de los dioses y por eso la humanidad avanza, deseando alcanzarlo. Del deseo de inmortalidad nace la medicina; volar, fuerza, rapidez, sabiduría, adelantarnos a la tragedia... Todo avance humano nace de la envidia por poseer el poder divino. Y, sin embargo, ¿te imaginas el día que nos podamos sentar en la mesa de los dioses? El día que seamos omnipotentes, inmortales y demás... ese será el principio del fin de nuestra especie, si nada nos queda por lograr, no habrá razón para seguir adelante. Fantástico aporte, Isan. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David. No sé si mi micro es bueno, pero tu comentario es mejor. Creo que jamás llegaremos a la inmortalidad porque siempre habrá algo más que descubrir, algo que no se sepa... y alguna causa que nos autodestruirá. Gracias por pasar y comentar. Un abrazo.
EliminarEn una peli decía que los dioses nos envidian porque somos mortales. De aquí tu relato me recordó esa frase, porque se ve que nunca estamos contentos con lo que tenemos, siempre mirando hacia el futuro , como si este aguardara algo que con el malpensar de ahora nos estuviéramos ganando. Y de ahí las fantasías, como la que se monta tu prota con esas conversaciones, una comida de tarro muy buena, sí señor , jajaja.
ResponderEliminarMe gustó mucho el inicio, pensé que la cosa iría por otros derroteros, pero ese giro aún me gustó más.
Un fuerte abrazo, Isan!
Hola, Pepe. Soñar no cuesta nada y desear lo de otros nos viene desde Caín y Abel, así que es consustancial a nuestra naturaleza. La comida de tarro que comentas me ha recordado a Don Quijote quien "se pasaba las noches leyendo de claro en claro y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Como siempre un gusto tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Isan!! Tal y como me comentaste en tu comentario, Ezio debería hablar con Endimión para que le ayude a convertirse en un dios 😊 Pero antes, debería escuchar a Proteo, quien le advierte que no es fácil ser un dios y que su poder de adivinar el futuro es en realidad una maldición. Enhorabuena por tu micro, me ha gustado mucho. Un abrazo!!
ResponderEliminarHola, Cristina. A ver si los ponemos de acuerdo a nuestros comentados dioses. Te agradezco el comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Isan, que los humanos se quejen es algo a lo que ya estamos acostumbrados, pero los dioses, los que tienen el poder en sus manos... Qué bien lo explica Prometeo, él no es tan libre para hacer lo que quiera como los simples humanos imaginamos. Él tiene que cumplir una misión, aunque no le guste. Y vivir sabiendo lo que va a ocurrir, tiene que ser, si fuera humano, como poco, angustiante.
ResponderEliminar¡Qué lecciones de vida nos dan los mitos!
Un abrazo, Isan.
Hola, María Pilar. Pues a mí no me dan mucha pena los dioses por importante carga que tengan, supongo que tendrán sus compensaciones. Parece que siempre es mejor estar arriba que abajo. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Isan. Magnífica reflexión la de Proteo. Vivir encadenado a una misión, conociendo el futuro, cero sorpresas. Debe ser extenuante. Muy bien narrado
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna. Te agradezco que entraras al blog y comentaras. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Isan. Nos regalas un reflexivo micro a manera de monólogo interior, en el que se confiesa la inconformidad del Ser, y nos deja claro que desde afuera las cosas lucen mejores, el saborear las cargas emocionales que cada rol conlleva, hace la diferencia, pues todos sin excepciones (hasta los dioses) tenemos cargas pesadas que soportar. En el fondo la felicidad no es un hecho real o fantástico, es una actitud llevadera para soportar esas molestas cargas en nuestra vida.
ResponderEliminarLa inconformidad, un estado del Ser muy variable en su intención, a veces es positivo sentirla, cuando sabemos que podemos dar más de lo que estamos dando, pero otras veces, y es en mayoría, suele ser negativo porque se acompaña de celos y envidias, o de rencores. En sentido general, el ser humano nunca está conforme con lo que tiene y hace, siempre quiere más..., y ese más, es lo que no lo deja disfrutar de un estado de felicidad.
Me ha gustado mucho tu micro, tanto que casi he colocado una entrada de mi blog aqui, ja, ja.. Un abrazo.
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Hola, Harolina. Pues sí, todo un relato con tu comentario y muy enriquecedor y certero, así que te lo agradezco mucho por esa reflexión . Gracias. Un abrazo.
EliminarHola, Isan, encuentro en tu relato esa disconformidad con la que a menudo, los mortales nos quejamos, por el mero hecho de querer lo que se "cree no tener", buscando acceder a un destino más propicio y que nunca parece llegar, entretanto las quejas... Pero están esos dioses, que dentro de su parte humana, también anhelan desprenderse de su destino. Y todo poder, conlleva una carga.
ResponderEliminarMe ha parecido un fantástico relato, en el que se aprecian debilidades de los seres, en general.
"La vida es muy caprichosa" ¡Que buena frase!
Un abrazo!
Hola, Mila. Todos los humanos tenemos debilidades y los dioses, que en el fondo son la representación humana, también. Los dioses griegos representan todo: el hambre, la muerte, los océanos, la guerra, las artes, la burla, el hogar... Me alegro de que te haya gustado el relato y esa frase a la que yo, en principio, no le di mucha importancia cuando estaba intentando cerrar el relato de la manera más atractiva posible. Gracias por pasar. Un abrazo.
EliminarLos dioses al tener un solo trabajo, comienzan a enloquecer.
ResponderEliminarHola, Jose. Pues será eso. No se me había ocurrido. Un abrazo.
EliminarHola Isan estos dos acabaran por entenderse y llevarse bien, hasta los dioses tienen problemas de entendimiento.
ResponderEliminarUn abrazo 😉
Puri
Hola, Puri. A ver si es verdad porque con el entendimiento, dioses y humanos nos jugamos nuestro futuro. Un abrazo.
EliminarUn micro bien jugoso.
ResponderEliminarNadie está libre del deseo de poseer aquello que le falta, y nadie está contento con su suerte, ni siquiera con los dones que le ha tocado. El ser humano (como los dioses que inventa) es insaciable. Pero eso está bien, es lo que nos lleva a la superación y a la búsqueda de la imposible perfección.
Muy interesante tu aporte, hace reflexionar.
Un abrazo, Isan
Hola, A veces no sabemos dónde está el límite de lo que deseamos o cuando la aspiración de progresar se convierte en obsesión por poseer. Tal vez el límite está en querer ser dioses. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola Isan.
ResponderEliminarHoy parece que estoy con refranes revoloteando por mi cabeza. Estaba pensando en "La fortuna de la fea, la bonita la desea". A veces, tendemos a envidiar la buena fortuna de los otros y a estos dos les pasa exactamente eso. Me ha parecido un excelente relato porque logras que dos mitos se comporten como humanos y tengan reacciones de simples mortales. ¡Muy bien narrado!
Un abrazo.
Hola, Marlén. Efectivamente, todo el mundo desea lo que tiene el otro a veces sin apreciar lo que ya posee. Este relato pretendía ser una reflexión sobre todo esto. Te agradezco la visita. Un abrazo.
EliminarA veces nuestros deseos suelen convertirse en nuestros mayores problemas cuando los logramos.
ResponderEliminarUn cuento con mucha miga , Isan.
Un abrazo.
Hola, Pedro. Ya lo creo, cuando se consiguen muchas veces nos llevamos una decepción o, como dices, nos traen nuevos problemas. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Isan. Después de leerte veo que hasta en el Olimpo se cuecen habas, buena crónica celestial es tu micro. Quien no valora lo que tiene ansia lo de los demás, pero como pierda aquello que menospreció se enterará tarde de su craso error.
ResponderEliminarSaludos