2023-01-15

LA CAJA CON INCRUSTACIONES DE NÁCAR

Este relato responde a la propuesta de JascNet de ACERVO DE LETRAS para enero con los siguientes requisitos: Escribir sobre una CAJA que encuentran en la puerta cuando alguien llama.

Este es el enlace: https://jascnet.wordpress.com/2023/01/01/vadereto-enero-2023/ donde se pueden ver todos los elatos.


LA CAJA CON INCRUSTACIONES DE NÁCAR

 

—Jodé, Raúl, acabas de llegar y ya me estás jodiendo, como siempre.

—Vale, Luis, solo quería saber si a ese pibón de la cocina te la estabas tirando.

—¡Que bestia eres! Bah, déjalo.

Hoy toca. Cada tres meses se repite el ritual y aquí están riéndose, unos a carcajadas, otros con una sonrisa impostada, como perdonando la vida y yo tratando de capear la velada de la mejor manera que puedo.

Pablo y Esther han llegado los primeros, como siempre. Él con una botella de bourbon, ella con una cara que lo dice todo. Todavía no ha superado nuestro affaire. Enseguida  han llegado mi hermano Raúl que, por ser el mayor, a estas alturas se sigue creyendo con derecho a hacer funciones de padre y Adela contagiada por ese espíritu maternal. Para colmo vienen acompañados de una vieja amiga, Sandra, con la que están empeñados en liarme. Suelen traerla de vez en cuando. La primera vez me pareció por su aspecto una mojigata. Pronto tuve ocasión de cambiar de parecer pues resultó ser una ninfómana agobiante con la que tenía claro que no quería nada, ni siquiera un revolcón salvaje. Los últimos en llegar, Alfredo y Rosa, son insoportables. Si tienen tanto como presumen, no sé qué hacen aquí, pero se da la circunstancia de que él es mi jefe y ella la hermana de Esther, así que hay que hacer el paripé.

Estoy harto de estos amigos. Siempre es lo mismo: a ver cuándo te echas una novia que te dure más; haz algo que ya vas cumpliendo unos añitos; menos bragueta y más braguetazo.

Dicen que soy el anfitrión perfecto. La realidad es que quieren separarse por una noche de los niños. A mí todos me parecen un tormento por no decir insoportables, los niños, digo, aunque a veces también los padres con los niños. Así que, reunirnos en mi casa, es el precio que tengo que pagar gustoso por no tener que reír las gracietas de los mocosos en sus casas.

Luego llegarán los gin-tonics, los juegos de mesa, lo bien que nos lo pasamos y lo mucho que nos queremos. «Una piña, como siempre», apostillará mi hermano. Les encanta fabricar recuerdos a cual más fantasioso en función de un pasado idealizado, pero las vivencias y recuerdos solo saben a algo cuando dejan un buen poso para saborearlo. Yo hace tiempo que dejé atrás recuerdos y vivencias con esta pandilla que, si fue, ha pasado mucho tiempo.

Por primera vez he contratado un cáterin y está resultando estupendo. No tengo que ocuparme de nada. Una chica muy reservada, creo que me ha dicho que se llama Bárbara, lleva media tarde trajinando metida en la cocina. Te traen la comida, te la sirven y luego limpian todo. En esas estamos.

La velada posterior promete ser soporífera: cafés, licores, juegos de mesa y una conversación insulsa hasta que los despache.

—Los del cáterin piensan en todo. Han traído cartas de póker, un juego de preguntas y una güija. —digo como mostrando interés por no parecer un borde.

—¡Qué emocionante, una güija! A eso quiero jugar.  Yo convocaré a los espíritus, que tengo experiencia —dice Sandra entusiasmada.

Al llevar unos platos a la cocina, comento en voz alta: «no sé cómo aguanto a esta panda, más vale que esto es cada tres meses». Bárbara me mira con una sonrisa electrizante y con un guiño que no sé cómo interpretar.

Dispuestos para el juego, entra Bárbara con una caja de cartón en la mano.

—Han llamado a la puerta y he encontrado este paquete en el felpudo —dice dejándolo sobre la mesa—. No tiene nombre ni dirección.

Sandra se apresura a abrirlo. Saca una cajita de marfil redondeada, adornada con incrustaciones de nácar. Podría servir para guardar alguna alhaja, unos anillos, los dientes de leche de la niña, una llave o un recuerdo querido. La sorpresa inicial da paso a los recelos y las conjeturas. Se la van pasando de mano en mano.

—A mi me parece perfecta como puntero para jugar a la ouija. —propone Sandra mirándola con admiración y obsesionada con tomar protagonismo.

—Sí, pero no se puede abrir, aunque parece que no hay nada en su interior —conviene Raúl agitando la caja y volteándola.

Alfredo la echa descuidadamente sobre la mesa. Con el golpe, se abre mostrando su interior vacío.

—Esto me parece muy excitante. Vamos a empezar ya —concluyó Sandra —, cogeros de las manos y cerrad los ojos.

—Mientras calentáis el ambiente, traigo las bebidas —digo desentendiéndome del jueguecito.

Ha sido un visto y no visto. Antes de que Sandra terminara su invocación, un remolino los ha atrapado agarrados de sus manos como estaban y en un alocado torbellino, la cajita los ha succionado sin dejar rastro.

Ahora estoy dando vueltas a la bonita caja. No sé si es un amago por abrirla, aunque sin ningún interés de que eso suceda, o como forma de calmar mis nervios que por momentos se están apoderando de mí mientras Bárbara se acomoda a mi lado en el sofá con dos gin-tonics.




10 comentarios:

  1. Esto es parte del servicio del catering? Cueste lo que cueste, barato es. Te traen la comida, te la prepara , te limpian, te limpian la casa de pesados, y no te dejan que te aburrss después. Yo no he escuchado picar a nadie , o sea que seguro que la traia la chica.
    Buena elección y descripción de personajes arquetipos ( más o menos repetitivos en todos los grupos con varisntes) y sorprendente final.
    Abrazoo

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    1. Hola, Galiliante. Conozco este tipo de servicio a domicilio, pero no con final feliz, lo cual no quita para que no exista, que de todo hay. Muy amable por comentar. Un abrazo.

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  2. Hola, Isan!
    Bonita escena la que has montado, y con ese personaje en primera persona y su marcada personalidad. Hay juegos y cosas que es mejor no toquetear, o curiosidades que es mejor no satisfacer, aunque en este caso, a tu protagonista le ha venido de perlas, se libro del estorbo y se quedó con el premio gordo.
    Me gustó mucho la introspección que le plasmaste al narrador protagonista. Se masca su frustración y la consiguiente relajación final.
    Un gran relato, Isan.
    Un abrazo!

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    1. Hola, Pepe. quería que se notara su frustración para con estos amigos. Lo de la caja enigmática me dio la solución, aunque creo que fue al revés, vi la caja y saló lo demás. Gracias por comentar. Ahora estoy con la mitología y con los comentarios que me llevará unos días porque no he hecho ninguno. Un abrazo.

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  3. Buenos días Isan.
    Hay juegos a los que mejor, no jugar. Y hay deseos, que mejor no expresar en voz alta. ¡A lo mejor, se cumplen!
    ¡Me gustó tu relato! Ese hacernos partícipes de los pensamientos de Luis, me ha metido enseguida en el ambiente y me ha permitido compartir con él sus emociones y su frustración por verse atado a amistades tóxicas como estas. El final feliz del catering ha sido un puntazo.
    Un abrazo.

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    1. A veces creamos rutinas de amistades que no aportan nada, pero la inercia te lleva a mantener los compromisos. Así lo imaginé. El final devino solo: había unos pelmas, una chica y una caja. Te agradezco que comentaras. Un abrazo.

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  4. Hola, Isan.
    Disculpa la tardanza en leer y comentar. Problemas técnico-motrices. 😅😉
    Un relato muy interesante con mensajes para reflexionar.
    ¿Nos rodeamos, realmente, de las personas que queremos? ¿Cuánta gente tóxica nos intoxica incluso en nuestros momentos de diversión? ¿Está mal desear ciertas cosas?...
    La redacción en primera persona es muy acertada, porque nos hace ver la historia a través de los pensamientos del sufridor protagonista. De esta forma, nos introducimos fácilmente en la atmósfera de la reunión y empatizamos rápidamente con Luis.
    Una genial exposición de los personajes y un final casi esperado (por esa empatía comentada). El fin de fiesta con Bárbara y la posibilidad de restablecer luego una posible restauración de todos, queda en manos de los lectores, según la macabra o dulce imaginación de cada uno. 😜
    Enhorabuena por el relato, la hábil resolución del VadeReto y gracias por tu participación.
    Un abrazo

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  5. Hola, Jose Ant. Como le comento a Trujamán, hay personas que mejor sería deshacerse de ellas, por ejemplo con una caja mágica y tenerlos ahí un rato, o unos días, ja, ja, ja. Lo del relato en primera persona lo tenía claro otra cosa fue el tiempo verbal en el que transcurre la acción que lo puse primero en pretérito y lo cambié a presente. Gracias por darnos la posibilidad de escribir y que nos lean. Un abrazo.

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  6. Me ha encantado. Parece una escena de una película por lo bien que los has desarrollado. Y como cuento es estupendo, con el gran desencanto e ironía del protagonista, y sobre todo con ese final espectacular, que parece el deseo inconsciente del anfitrión hecho realidad.
    También el añadir la ouija le da otra dimensión.
    ¡Muy, muy bueno! Enhorabuena.
    Un abrazo :)

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  7. Hola, Te agradezco este comentario tan positivo. Un abrazo.

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