2022-12-27

ODIO LA NAVIDAD

 

—Odio la Navidad. ¿Es grave, doctor?

—En principio no tiene por qué —determinó el facultativo con un ademán de suficiencia—. Dígame, ¿qué síntomas percibe usted cuando llegan estas fechas?

—Pueeees… todo empieza al punto de la mañana cuando me miro al espejo y, en vez de ver mi careto, aparece la jeta del señor Scrooge… ya sabe, Ebenezer Scrooge, el prota del Cuento de Navidad de Dickens. Y ya es un no parar… Los villancicos me irritan, el acebo me produce urticaria, las felicitaciones por WhatsApp me la sudan, los polvorones me provocan gastritis, y eso por no hablar del anuncio de la lotería, el turrón, el espumillón, el árbol, el belén, las luces navideñas, la suegra atizando la pandereta, el cuñado con la matraca del fútbol en Nochebuena… En fin, todo.

 

—Verá… —trató de razonar el psicólogo—, las Navidades son como el sarampión, hay que pasarlo. No obstante, son fechas para la familia, para el recuerdo…

—Ya, pero… es que yo no tengo recuerdos —expresó el paciente categórico—. A ver… que no digo que no tenga memoria, eh. Digo que no tengo nada grato que recordar.

—¿Cómo es eso? —dijo el doctor extrañado—. Algo bueno sí recordará, ¿no?

—Pssss? Lo mismo que el resto del año —farfulló este con gesto displicente.

—Escuche, esa indolencia hay que afrontarla con decisión, con actitud positiva —decretó el psicólogo persuadido—. El mundo está lleno de oportunidades... para el que sabe buscarlas, claro —añadió—. ¿Conoce usted el voluntariado? Es una terapia muy eficaz contra el complejo de culpabilidad, la apatía, la molicie, el materialismo que nos embarga...

—Pues no. ¿En qué consiste? —se interesó el paciente.

—Verá, en estos días de bondad por decreto, de humanitarismo por imperativo legal, de caridad por exigencias del guion… en fin, de ser bueno por cojones, no hay parroquiano que no desee hacer algo por los demás, aunque sea dar limosna a un mendigo o un donativo a una ONG. Incluso hay quienes sientan a un inmigrante a su mesa en el día de Navidad. Es decir, la gente biempensante necesita practicar la misericordia, la compasión, el calor fraterno. En definitiva, redimir sus pecados y, ya de paso, ganar el cielo, que cada vez se está poniendo más difícil con este laicismo galopante que nos atenaza.

—Pues… no había caído —dijo el paciente—. O sea que, si no le he entendido mal doctor, el remedio consiste en hacer el bien. ¿Y hasta cuándo? Hasta después de Reyes, claro...

—Ejem… eeeh… —titubeó el psicólogo—, no exactamente. Oiga, o se es bueno o no se es.

—No le comprendo. ¿No dice usted que todos necesitamos hacer el bien en Navidad?

—Debo haberme expresado mal. Cambiaremos de táctica terapéutica —convino para sí el facultativo—. Veámoslo de otra forma. A ver… ¿se considera usted una persona sociable?

—Muchísimo —afirmó el paciente sin vacilar—. Tengo el Facebook petado de amigos. Sin ir más lejos, hace poco hicimos una quedada por móvil en un piso de estudiantes... Buf, una pasada. El caso es que nadie conocía a nadie, pero allí nos juntamos setenta, ochenta… Fíjese si había peña que fui al váter a mear y topé con una docena de tipos jugando al Ouija dentro del plato de ducha. Y todo dios de buen rollo, eh. Eso sí, hasta que llegaron los munipas.

 

—¿No me diga? —objetó el galeno aturdido—. Bueno, bueno… Volvamos a lo nuestro, y sea sincero por favor. A usted, ¿qué le sugiere los personajes de Santa Claus, Olentzero, Papá Nöel, San Nicolás? ¿Le producen ternura, bienestar, aversión, indiferencia?

—En mi opinión, tendrían que meter a toda esa cuadrilla de tragaldabas al trullo —soltó el paciente sin atrición—. No creo que esos zampabollos sean un modelo edificante para nadie, y menos para la gente que pasa hambre en el mundo.

—No le sigo. —El facultativo comenzó a dar muestras de perder la paciencia.

—Pues eso quería decirle, doctor. Para mí, la Navidad es... una pura contradicción. Son fiestas que ensalzan la glotonería, el despilfarro, el hedonismo… Y luego me vienen con mercadillos solidarios, bancos de alimentos, maratones benéficos, donativos para el Tercer Mundo, ayuda a los refugiados… Parece mentira que esta historia comenzara en un pesebre, para acabar dos mil años después en el desparrame de hoy día.

—Explíquese, por dios —exigió el psicólogo sin disimular cierta zozobra.

—No sé si serán alucinaciones, pero yo veo el mundo desbocado. De Halloween al Black Friday, del Cyber Monday al Boxing Day, de la Navidad a las rebajas de enero, y cuando menos te los esperas… ya es primavera en El Corte Inglés, luego el verano, el chunda-chunda de San Fermín y vuelta a empezar. La verdad, doctor, no sé de dónde se sacan ustedes que hay tanta depresión en Navidades, si es un puro descojono. No te da tiempo ni para deprimirte.

 

—Pues créame, joven —sentenció el facultativo—, la Navidad produce cuadros depresivos en muchas personas, y algunos bastante severos.

—Qué va. Eso que ustedes llaman depresión es tristeza, congoja... bobadas propias del estado del bienestar, como el síndrome posvacacional, la vigorexia, la ortorexia o el tecnoestrés. Pregúntele a un sin papeles por la depre navideña, a ver qué le dice.

—¿Uuu… usted cree? —balbució el facultativo, atascado como una cañería vieja.

—Mire…, hemos pasado de una festividad religiosa a un espectáculo circense. Para mí, la Navidad es la definición que mejor describe lo absurdo de esta sociedad, tan radiante como artificial, tan piadosa como hipócrita, tan deseada como detestada. ¿Acaso conoce usted otra fiesta que, al poco de empezar, la gente esté deseando ya que acabe?

—Parece tener las ideas muy claras, joven —dijo con asombro el facultativo.

—Se nota, ¿no? —soltó el paciente jactancioso—. Es que me saqué un máster en la URJC.

—Efectivamente, se ve a la legua que posee estudios superiores.

—Pues no hice ni pisar el aula. Ya le digo doctor, el mundo es una farsa...

 

4 comentarios:

  1. Pues igual eran compañeros de facultad sin saberlo.
    Ya lo has dicho todo; urgencia y obligación de pasarlo bien. Menos mal que con la edad, la presión no es tanta, sobretodo nochevieja.
    Pero se salva la ilusion de los niños el día de Reyes, y poca cosa más.
    Abrazoo Isan
    Un poquitofelices fistas😜

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    1. Hola. La nochevieja es una juerga más y, por donde vivo, con disfraces que le dan mucho colorido. Lo de la ilusión de los niños, sí, pero lo veo un poco fraude y no solo porque no eran reyes, ni magos, ni tres, sino porque luego, cuando e niño crece, hay que explicarle que le engañamos.
      También te deseo a ti unas felices fiestas y todos los días del próximo año. Un abrazo.

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  2. Hola, Isan! Qué crítica más graciosa y satírica. No conocía la URJC, pero me aventuro a decir que es la Universidad Real de la Jodida
    Calle, ja, ja. Reconozco que yo sí soy amante de la navidad, aunque se nos está yendo de las manos, bien es cierto que por consumismo todo se nos está yendo de las manos, je, je. Aun así, soy de los clásicos, Belén y Reyes y cosas de mi región, como "les aixames".
    Un abrazo y felices fiestas!

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  3. Hola, Pepe. Esa universidad que apuntas ya me gusta, seguro que se aprende más que en la que me refería que es la Universidad Rey Juan Carlos donde algunos lustres han obtenido títulos o másteres. A mí también me gustan las tradiciones, pero soy selectivo y eso que nací un 25 de diciembre, fun, fun, fun. He misto en internet les aixames y me ha parecido estupendo. Que dure. Un avrazo.

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