Llegará el verano, con él
las fiestas, las tradiciones, con estas los toros y con ellos la polémica. Para
complicarlo, todo está impregnado de Covid19 que es la que condiciona nuestro
ocio, nuestros actos, nuestras decisiones y, en definitiva, nuestra vida. Esta
pandemia ha adquirido a estas alturas la suficiente entidad como para que forme
parte natural como elemento de referencia en nuestra conversación, nuestro relato y nuestro devenir diario.
Al respecto de las fiestas,
en el entorno donde vivo se está polemizando con las opciones que hay que
sopesar y la casuística es muy variada. Desde quienes quieren retomar las
fiestas como si aquí no pasara nada, hasta quienes plantean el cerrojazo total
para este 2021. Entre medio están
quienes hablan de las “no fiestas” y plantean realizar actos tipo misas,
conciertos (según cuales), fuegos artificiales, corridas de toros y, a la par,
suspender verbenas, comidas, música callejera, encierros y demás actos festivos
populares. Todo esto en una ciudad donde la esencia de la fiesta es la calle y
sin ella no se entiende, por lo que tiene un tufazo rancio que da para atrás.
Así que las decisiones no se toman en función de la situación sanitaria de la
población y de la evolución de la Covid19, sino de intereses espurios.
Los políticos tienen un
trastorno de la comunicación caracterizado por patrones estereotipados y
alejados de la realidad, de manera que se ven impelidos a trasmitir optimismo
en la población. Qué mejor que decir que la economía va a ir bien, que estamos
ganando la batalla a la pandemia o que habrá fiestas. Todo ello aunque la
realidad diga lo contrario y donde dije digo, digo Diego.
Si hay alguien en el mundo
mundial con ganas de fiesta yo sé dónde se encuentra y como los sanfermines son
por definición multitudinarios, callejeros, nadie puede garantizar la inmunidad
de grupo o inmunidad colectiva porque la vacunación va despacio, más despacio de
lo que prometían y, sobre todo, más despacio de lo necesario. Haciendo un
paréntesis a propósito de inmunidad, detesto a quienes hablan de inmunidad de
rebaño. A quienes emplean esta expresión yo les pondría un bozal, naturalmente
por burros. Son ganas de inventar expresiones desafortunadas. Lo que comento
para mi entorno, supongo que vale para los demás, porque los problemas, las
inquietudes y los deseos son parecidos y los políticos iguales y las
tradiciones festivas son esencia de vida. Yo como no tengo soluciones fáciles,
ahí lo dejo.
Quería haber hablado más
extensamente del anacronismo que suponen las corridas de toros y del
empecinamiento en mantenerlas aun en contra de todo civismo, por cuanto supone de
maltrato animal. Como dijo Gandhi «la grandeza
y el progreso moral de un país, una nación, puede juzgarse por la forma en que
trata a sus animales». El respeto por su bienestar es una
muestra de los valores que guardamos como sociedad. Guardar tradiciones es encomiable,
pero cambiar las perversas lo es más. A estas alturas deberíamos tener claro
que no está bien matar un animal para regocijo humano (o negocio en muchos
casos). Una salvajada no se puede sustentar en la tradición que arrastre.
Hola, Isan. ¡Ay, las tradiciones!, ese escudo que se suele usar, a veces, para escaquearse de hacer las cosas de manera cívica (y más en el último caso que comentas).
ResponderEliminarEn cuanto al resto, pues ya hace tiempo (no más de un año, pero el tema está siendo tan intenso que parece ya una parte íntegra de nuestra vida) que dejé de pensar en ello. Hay cosas que no se entienden. Hay restricciones horarias, como si antes de tal hora el virus estuviera de descanso, hay promesas sin sentido, gente que se puso la vacuna porque se la encontró por la calle a punto de echarse a perder... y lo peor de todo es eso que dices de la comunicación; eso está generando una desconfianza en la gente con varios bandos que purgan por llevar la razón; aunque después de todo, puede que eso es lo que quieran las autoridades, división de opiniones, conflicto, "sálvame deluxe" aplicado. Mientras, la vida, va pasando por debajo.
A ver cómo termina, si termina, mientras tanto, nos leemos!
Un abrazo!
Hola, Pepe. Me ha gustado ese final "mientras tanto, nos leemos" lleno de realismo y de ilusión. Gracias por comentar. Un abrazo.
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