Parece que los primeros trogloditas eran seres de
inteligencia escasa, bastante oscos en el trato y violentos con su entorno.
Luego empezaron a pintar las paredes de las cuevas, por cierto con un gusto
exquisito, lo que les humanizó de alguna manera. Pero el ardor guerrero
persiste, lo cual demuestra que hemos avanzado mucho en algunas cosas y poco en
otras.
En la actualidad sigue existiendo gente habitando las
cuevas. Como en Guadix, localidad de Sierra Nevada en Granada, donde se vive desde
hace miles de años. En el presente hay unos 10 000 trogloditas con una calidad
de vida bastante apetecible. La Capadocia en Turquía es otro ejemplo. Hay casi
cuarenta ciudades subterráneas también con miles de años de existencia. Existen
otros lugares diseminados por el mundo con más o menos antigüedad, pero con el
mismo resultado. Por ejemplo la ciudad de Beijing en China, construida en plena
Guerra Fría, con una superficie subterránea de más de 85 kilómetros preparada
para albergar seis millones de habitantes.
En Vietnam, cerca de la ciudad Ho Chi Minh, se
construyeron más de trescientos kilómetros de galerías utilizadas por la
guerrilla del Viet Cong (a quienes los soldados americanos llamaban Charlie), donde
se protegían de los bombardeos con Napalm del ejército invasor. Ahora, en las visitas
guiadas los Vietnamitas llaman a los otros «el fantoche americano» lo cual,
además de ser verdad, hace mucha gracia. Estas excavaciones servían para
desplazarse y preparar emboscadas; había hospitales, escuelas, dormitorios y cocinas
con un ingenioso y eficaz sistema natural de ventilación para que el humo no
delatara su presencia. Doy fe de que todo resultaba muy agobiante pero eficaz. En
el subsuelo de todo el planeta hay miles de kilómetros de estaciones y túneles
para trenes subterráneos, donde permanentemente se encuentran millones de
personas, unos de paso, otros han hecho de ese lugar su hábitat. Se construyen
aparcamientos, comercios, bodegas y, supongo, escondites de tesoros.
Cerca de donde vivo, existen cuevas excavadas por
quienes no se podían permitir pagar un arrendamiento. Ahora están algunas acondicionadas
para el turismo, otras abandonadas. El otro día transitaba por una carretera y
este conjunto, que no conocía, me llamó la atención. Saqué mi Smartphone y tiré
la foto que se puede ver pinchando aquí o en la pestaña superior
imágenes.
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