En mi anterior entrada he descrito a Vietnam como un país amable,
con un desarrollo económico espectacular, lo cual no deja de ser cierto, pero
esta rápida transformación trae secuelas indeseadas.
No todo lo que pasa en
Vietnam es maravilloso. Se está occidentalizando a pasos agigantados y está
adquiriendo nuestros peores vicios mientras abandona sus mejores virtudes.
Aunque, claro, ellos son libres de elegir su camino y su destino y nosotros no
somos quien para pretender que se conserven inmaculados en sus tradiciones
ancestrales para solaz de visitantes, que somos precisamente quienes les
transmitimos, por ejemplo, esa forma de comer, de vestir o de divertirse. Así
su magnífica cocina está dando paso a la comida basura tipo hamburguesa.
Incluso parece que ahora se lleva que el hijo varón sea gordito. O que les
guste hablar inglés o divertirse en el karaoke.
Las jornadas de trabajo son
interminables e insuficientemente remuneradas y la cobertura social escasa. Al
menos pueden recurrir a la medicina tradicional y, si continúan con la dieta vietnamita, estarán sanos,
delgados y fibrosos, aunque continúen con talla baja.
Están orgullosos de las tres
cosechas de arroz anuales que obtienen de sus ricas tierras, aunque, a decir de
sus vecinos camboyanos -quienes sólo obtienen una al año- esto hace que las
agosten. A mí me suena que puede haber más envidia que realidad, ya que parece
que se arreglan con sus vecinos para ir dejándolas un tiempo en barbecho.
La polución atmosférica es
la gran asignatura pendiente de países emergentes como este. Quizás esto
explique las mascarillas con las que es habitual verles andando o en moto.
Aunque son mayoritariamente las mujeres quienes hacen uso de este complemento,
por lo que parece que no es tanto por resguardarse de la polución como de los
rayos solares, ya que tienen un canon de belleza donde la mujer tiene que ser
de tez blanca.
Son unos excelentes
imitadores de marcas de moda tanto para consumo interno como para la
exportación y a unos precios a los que no te puedes resistir. Paralelamente,
las auténticas marcas se han establecido en el territorio con precios
occidentales prohibitivos para los salarios de la inmensa mayoría. La telefonía
móvil ha sido un motor dinamizador de la economía. Desconozco sus precios ni si
se trata también de clones, pero lo cierto es que su uso es generalizado y la
dependencia la misma que en cualquier otra parte.
Así que, además de un país
magnífico, un avance económico rápido, una riqueza natural envidiable, gente
laboriosa, población joven y todo lo que ya comenté en mi anterior entrada,
tenemos mujeres pálidas y hombres gordos; polución a gran escala y tierras
agostadas; mucho trabajo y poca protección social; muchas motos y muchos
teléfonos; políticamente comunistas y con economía de mercado orientada al
socialismo.
En definitiva, un país que
hay que visitar y repetir visita si se puede.
La foto que se ve pinchando
en la pestaña superior Imágenes es
la estatua de Ho Chi Minh mirando los modernos edificios de su capital. Me
evoca la imagen si Ho estaría satisfecho con los resultados de su revolución y
este es el futuro que pretendía para su pueblo de hacer un Vietnam pacífico,
unificado, independiente, democrático y próspero.
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