En abril de 2015
publiqué una entrada que trataba sobre liderazgo.
No quiero repetirme, pero únicamente cito tres ideas que exponía: La
primera es que no me gustan los líderes (ninguno, de ningún tipo, color o
forma). La segunda que vienen bien para la consecución de objetivos. La tercera
que no es fácil ser un buen líder.
En esta ocasión tomo
el tema desde otro punto de vista. Sé que hay más y de todos los colores, pero
la frustrada intentona golpista de Turquía y mi reciente viaje a Rusia, pone a los
dos de actualidad. Máxime cuando, al
parecer, superando sus desavenencias, ambos se están haciendo amigos, dicho de
forma coloquial, o empiezan a tener intereses estratégicos comunes.
Yo no soy analista
político y menos sobre asuntos internacionales, por lo que no me siento capaz,
ni es mi propósito, analizar qué hay detrás o a quién beneficia cuanto ha
pasado en Turquía. Opiniones hay de todos los gustos, pero tengo para mí que
esta asonada militar ha devenido en fracaso por el llamamiento que su
Presidente Erdogan ha hecho a la población para que se echara a la calle. La
favorable respuesta que ha obtenido, y la presencia civil desarmada, han
paralizado los tanques.
Erdogan, un líder
elegido democráticamente, pero que acumula tanto poder y lo ejerce con mano tan
dura, que se parece mucho a un dictador. No a cualquiera sino al dirigente de
un país con una cultura imperialista que anida en su ADN. Dos aspectos
corroboran esta afirmación. Por un lado la brutal represión que está ejerciendo
desde el minuto uno deteniendo no solo a militares, sino a jueces, fiscales,
policías, políticos y ciudadanos en general, que va más allá de lo que se podría
considerar razonable para preservar la Ley y la Democracia. Por otro lado el
hecho de llamar a la ciudadanía a salir a la calle para frustrar el golpe, lo
considero una irresponsabilidad y un desprecio de la vida de sus conciudadanos
por el riesgo cierto al que los expuso. Los golpistas dispararon contra centros
estratégicos pero no contra la multitud.
En cuanto a Rusia, el
culto al líder se aprecia en cualquier lugar por donde mires. Al menos esa es
la sensación que he tenido como simple turista. Las tiendas de recuerdos están
llenas de matrioshkas y de camisetas con la figura de Vladímir Putin quien,
alternando entre Presidente y Primer Ministro, lleva más de quince años en el
poder de la Federación Rusa. Este es otro líder con mano de hierro, como lo
demostró en la gestión del conflicto checheno.
Lo de las camisetas
lo puedo probar. Había muchas y de todas las poses y actitudes posibles, pero
como nuestra coloco una foto –reconozco de antemano que no es muy artística- donde se puede apreciar el gustito
que da su propia imagen. A él y a cuantos las compran. Se puede ver pinchando
en la pestaña superior “Imágenes”.
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