Hay palabras y frases que aparentemente parecen inocuas o incluso ingeniosas. Oímos de vez en cuando frases que habría que desterrar del lenguaje. Seguro que están hechas por alguna mente perversa que las ha colado en el habla cotidiana a modo de veneno invisible pero muy eficaz, se ha generalizado su uso y se sueltan sin haber analizado su corrosivo alcance.
No les encuentro ninguna virtud a frases como:
- Dame pan y dime tonto.
- Mientras nos pongan la comida en el plato…
- Doctores tiene la Santa Madre Iglesia.
- Es mejor malo conocido que bueno por conocer.
- Lo que ocurre es lo que conviene.
- El destino está escrito.
- No nos podemos revelar contra el destino.
Hay más, pero valgan estas como muestra. Son frases que revelan una actitud mojigata y negativa. Todas denotan conformismo, sumisión, apatía. Parten de una persona que está derrotada de antemano, cuya virtud es la mediocridad, la falta de ambición o de imaginación.
Hay otras que tampoco me gustan por su carga de negatividad, aunque pueden tener distintas lecturas como: en el país de los ciegos, el tuerto es el rey, o lo importante no es ganar sino participar. De ésta hablaré más extensamente en otro post.
Se viven vidas que en otra situación de mayor libertad de elección no desearíamos y se aceptan las que nos han diseñado otros para su beneficio.
Por lo general estamos instalados en lo que se podría denominar una cómoda mediocridad. Es una situación a la que te amoldas con facilidad, das por bueno lo que tienes y que te permite vivir, por lo que no hacemos nada por cambiarla. Esto es el conformismo.
Soy consciente que los cambios en nuestra forma de actuar o de pensar crean inseguridad y que estamos acostumbrados a buscar certezas en nuestra vida, pero si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo, decía acertadamente Einstein.
Y puestos a citar, por una vez me voy a conformar con que sean otros quienes completen esta entrada. Yo no podría hacerlo mejor.
Ortega y Gasset decía que lo que más vale de un hombre -se refiere naturalmente al ser humano, el idioma castellano es muy machista y yo no voy a enmendarlo- es su capacidad de insatisfacción.
Alejandro Dolina dice que cualquier cosa es preferible a esa mediocridad eficiente, a esa miserable resignación que algunos llaman madurez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No te cortes, este es el sitio para expresar tu opinión