2015-03-20

FRASES QUE HABRÍA QUE DESTERRAR DEL LENGUAJE

Hay palabras y frases que aparentemente parecen inocuas o incluso ingeniosas. Oímos de vez en cuando frases que habría que desterrar del lenguaje. Seguro que están hechas por alguna mente perversa que las ha colado en el habla cotidiana a modo de veneno invisible pero muy eficaz, se ha generalizado su uso y se sueltan sin haber analizado su corrosivo alcance.

No les encuentro ninguna virtud a frases como:

-        Dame pan y dime tonto.
-        Mientras nos pongan la comida en el plato…
-        Doctores tiene la Santa Madre Iglesia.
-        Es mejor malo conocido que bueno por conocer.
-        Lo que ocurre es lo que conviene.
-        El destino está escrito.
-        No nos podemos revelar contra el destino.

Hay más, pero valgan estas como muestra. Son frases que revelan una actitud mojigata y negativa. Todas denotan conformismo, sumisión, apatía. Parten de una persona que está derrotada de antemano, cuya virtud es la mediocridad, la falta de ambición o de imaginación.

Hay otras que tampoco me gustan por su carga de negatividad, aunque pueden tener distintas lecturas como: en el país de los ciegos, el tuerto es el rey, o lo importante no es ganar sino participar. De ésta hablaré más extensamente en otro post.

Se viven vidas que en otra situación de mayor libertad de elección no desearíamos y se aceptan las que nos han diseñado otros para su beneficio.

Por lo general estamos instalados en lo que se podría denominar una cómoda mediocridad. Es una situación a la que te amoldas con facilidad, das por bueno lo que tienes y que te permite vivir, por lo que no hacemos nada por cambiarla. Esto es el conformismo.

Soy consciente que los cambios en nuestra forma de actuar o de pensar crean inseguridad y que estamos acostumbrados a buscar certezas en nuestra vida, pero si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo, decía acertadamente Einstein.

Y puestos a citar, por una vez me voy a conformar con que sean otros quienes completen esta entrada. Yo no podría hacerlo mejor.

Ortega y Gasset decía que lo que más vale de un hombre -se refiere naturalmente al ser humano, el idioma castellano es muy machista y yo no voy a enmendarlo- es su capacidad de insatisfacción.

Alejandro Dolina dice que cualquier cosa es preferible a esa mediocridad eficiente, a esa miserable resignación que algunos llaman madurez.


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