Bradley
Manning a la sazón analista de la inteligencia de los EE.UU., harto del hedor
insoportable de las llamadas cloacas del estado, en este caso de los mismos
EE.UU -pero podía haber sido de cualquier otro Estado-, apelando a otros
valores más nobles que los que imperan en su oficio, estuvo pasando documentos
clasificados del ejército a Wikileaks.
Le
pillaron y fue acusado de unos cuantos cargos, entre ellos el de ayudar al
enemigo. Aquí no se juzga a nadie por someter a tortura a los prisioneros de
Guantánamo, o por traspasar las líneas rojas de la decencia. No, lo que se
juzga es a un tipo que ha tenido la osadía de descubrir sus vergüenzas. Y eso
no pueden consentirlo. Dirán que ha puesto en peligro la seguridad nacional, pero
lo que ha hecho ha sido destapar sus métodos criminales.
La
sentencia le ha condenado a una porrada de años, pero, sobre todo, sirve de
aviso a navegantes. Tiene un efecto intimidatorio. Lo de ayudar al enemigo no
quedó probado en el juicio, pero lo que sí ha quedado meridianamente claro es
que existe EL ENEMIGO.
No
quiero entrar a juzgar si lo que hace el enemigo es bueno, malo o regular, que
de todo habrá, pero es una figura que viene bien a los Estados. O, más preciso,
a los gobernantes de los estados. Si no los tienen los buscan, los potencian y
los mantienen. Los enemigos pueden estar en el interior o en el exterior y si
es en ambos, mejor. Un enemigo lo justifica todo. Los excesos cometidos, las
carencias de las que se adolece y da cohesión interna a un país. Si tienes un
enemigo lo tienes todo. Tienes el camino expedito para cometer cualquier
tropelía. Es estupendo tener enemigos, sobre todo si partes de una posición de
fuerza. Eso de que al enemigo ni agua no va con ellos. Lo cuidan para que no muera
de inanición pero para que se mantenga en ese punto de debilidad. Entre tanto
se van colgando medallas cuando les sacuden. El enemigo puede ser el eje del mal que tanto gustaba a Bush
padre e hijo o el movimiento vasco de
liberación, a decir de Aznar. Pero cualquiera puede ser candidato a nada
que discrepe.
Parten
de la base de que ellos son los buenos y los demás los malos. Si no atacan,
espían, sabotean o estrangulan económicamente. Para ellos no sirven los mismos
principios, la misma ley que para el resto de mortales. La paz, la concordia,
la cooperación, la justicia, son conceptos que no manejan. Ellos tienen unos de
quita y pon en función de lo que interese en cada momento. El buen rollito es
para los pringaos, ellos van a su bola.
Tenemos
dos niveles. La masa dócil y aborregada que como característica que le es
propia es perfectamente maleable y a la que se le infunden y exigen valores
previamente diseñados y los amos o señores de la guerra, que son los que
gravitan unos peldaños por encima del resto. Con la particularidad de que los
peldaños son nuestras cabezas.
Yo
me voy unos días de asueto, precisamente a una de esas zonas donde no hace
mucho tiempo fue foco de conflicto armado a varias bandas y donde sigue la
tensión. Con acuerdos impuestos que no satisfacen a nadie. Voy para
transmitirles esos valores universales de haz
el amor y no la guerra mientras alguien te la mete doblada. O sea, voy para
mi solaz. Cómo estoy.
Tienes toda la razón. Lo que no he entendido bien es si vas de vacaciones a transmitir valores de amor o a lo segundo. En cualquier caso que disfrutes.
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