Decía
una sobrina mía que tenía unas playeras pálahuer.
A mí, en un principio, me pareció normal dada la importancia que a ciertas
edades o según quién le suelen prestar a las marcas de moda.
Resultó
ser que las tal pálahuer no solo no
eran lo último en el vestir, sino que se trataba de unas playeras corrientes y
usadas pa la huerta. Lo que parecía
una sofisticación en el gusto y una repelencia en la dicción, escondía un juego
de palabras inteligente y gracioso.
Este
tipo de expresiones se conoce en la retórica como calambur, extraña palabreja
como las decenas que completan el catálogo de figuras literarias. Así que,
aunque no lo sepamos, siempre que hablamos o escribimos estamos empleando
figuras retóricas, algunas con nombres tan peculiares y extravagantes como el
propio calambur o como anacoluto, asíndeton, oxímoron, sonécdoque o dialefa. Me
encantan estos nombres traídos de otros idiomas, especialmente del griego. Otros
nos resultan mas familiares: énfasis, ironía, metáfora, sarcasmo o símil. No
sabemos que existen pero las utilizamos inconscientemente. Van dentro del
lenguaje, incluso del de cualquier indocumentado, por poner una expresión.
Pero
volviendo a nuestro calambur que es la palabra que hoy trae causa, el lenguaje cotidiano
está plagado de ejemplos como aquellas adivinanzas de toda la vida: oro parece, plata no es; detrás de la puerta
estaba. O más actuales como Josetxu
Letón; Aitor Tilla; Alberto Carlos
Bustos; Armando Esteban Quito; Enrique Cimiento; Diego Norrea o lavo la rueda/la bola rueda.
Se
trata de un juego de palabras que unidas de distinta forma modifican su
significado. Y, además, constituye un juego del lenguaje y un juego en sí mismo.
Ejemplo
magistral de calambur es la ingeniosa frase que, a modo de eslogan promocional,
estuvo durante un tiempo lanzando en pantalla la emisora de televisión
Telemadrid, cuando Esperanza Aguirre era Presidenta de esa Comunidad y muy dada
ella a entremeterse pasando por encima de los profesionales de la casa. Decían
los presentadores: Telemadrid espejo de lo
que somos. Duró su tiempo en antena hasta que alguien se percató -o le
avisaron- de la segunda lectura que tenía un eslogan ingenioso, preciso,
acertado y aparentemente inocente: Telemarid,
Espe jode lo que somos.
El
idioma como forma de expresión del pensamiento siempre ha despertado en mí
cierto interés pero poca dedicación, todo hay que decirlo. Tal vez esto
justifica que ahora tenga este blog donde tanto me importa el fondo como la
forma. Así que volveré, como decía
Schwarzenegger en cada entrega de Terminator que, además de constituir una
paráfrasis, ya son ganas de complicarse el nombre. Volveré a la carga con este mismo
tema que ya fue objeto de otra entrada
hace tiempo. Me refiero al de las expresiones lingüísticas, no al del cine. Y con este volveré entra un retruécano pues muchas
vueltas da la vida, las vueltas dan mucha vida.
Me ha gustado lo de esperanza aguirre. Supongo que alguna cabeza habría rodado. Vaya con el calambur.
ResponderEliminarCreo que esa marca de PalaHuer existe realmente, aunque me dicen que que pueden ser como las de la marca DELMER (delmercadillo). Tendrás que preguntárselo a tu sobrina.
ResponderEliminarPues no sé...me queda la duda.
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