Entre las variadas formas en
que se catalogan a las personas, está la de quienes les gusta la navidad y la
de quienes la odian. Supongo que hay un amplísimo colectivo intermedio a
quienes les resulta indiferente, más que todo por desconocimiento, pero no cuentan
para las estadísticas. Pertenecen a esa mayoría silenciosa e ignorada. Ahora
que están cerca, digo las navidades, creo que es oportuno publicar la foto que se
puede ver pinchando aquí o en la pestaña superior IMÁGENES. Está tomada
desde mi ventana. El individuo lleva ahí instalado más de dos meses. Representa
la paradoja entre los dispendios festivos —léase comilonas y regalos— de los
habitantes de los alrededores en sus confortables hogares, y la frugalidad del
de la foto.
Cuentan que estas son
fiestas solemnes porque se celebra cómo una familia humilde pasó unos días en
un portal de Belén. En el caso que nos ocupa es un individuo solo, sin familia,
sin animales que le den calor y compañía, que sustituye el colchón de paja por
el de cartones, pero el marco es similar: una especie de entrada o portal. Así
que, en la comparación, está claro quién sale perdiendo. Y la cosa tiene pinta
de que va para largo.
Aun sin conocer a la persona
ni sus circunstancias, es fácil adivinar que no está por gusto. Son situaciones
que vemos todos los días como un mal enquistado. La injusticia que se comete en este y millones de casos más
nos debería mover a la reflexión y a la acción paliativa como sociedad. Me
recuerda a una foto tomada en USA que publique el 7/11/16 con el mismo motivo. Distinto
clima, distinta sociedad, distinto continente, pero el mismo drama de
marginalidad, la misma causa y el mismo futuro.
No me resisto a dar un toque
de humor. Voy a pensar que tendría la autorización del protagonista si se la
pidiera. Hablaba antes de una paradoja y en esta imagen hay otra. Vista tal
cual, el lugar ocupado es un local en desuso y parece que su morador está
limpiándolo ante la mirada de un transeúnte. Nada más lejos de la realidad. El
morador es el de la gabardina blanca. Que una cosa es ser pobre y otra no tener
estilo y que le puedan hacer la limpieza.
Volviendo a lo que decía al
principio, yo pertenezco al grupo de los que no nos gusta la navidad. Me parece
una farsa colectiva. Ni siquiera le veo sentido como concepto religioso. Por todo lo dicho, mi
tarjeta de navidad de este año es la de la imagen.
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