2012-02-22

EL TIEMPO VUELA, COMO LAS NUBES, COMO LAS NAVES, COMO LAS SOMBRAS

            Dicen que al acostarse es conveniente analizar la jornada vivida. ¿Qué he hecho? ¿Ha cundido el día? ¿Estoy satisfecho?

            Yo, no se si por suerte o por desgracia,  en raras ocasiones practico tan saludable ejercicio mental pues me entrego a la actividad onírica tan pronto como tomo postura. Cuando no he podido dormir ha sido por algún problema de entidad, y en estas condiciones es difícil analizar nada objetivamente. Pero cuando me levanto planifico -grosso modo- lo que voy a hacer ese día y el análisis lo voy haciendo sobre la marcha.

            Esta planificación y mi deseo de que el día cunda satisfactoriamente, me origina cierta obsesión de cubrirlo con actividad, especialmente el fin de semana. Y cuanto más hago, parece que todo pasa más rápido, porque sin terminar algo, estoy pensando el lo siguiente. Y con la llegada del lunes vuelve la decepción. Una semana tras otra. Necesito fines de semana de siete días. Y entonces espero el verano, que llega y pasa como pasa la noche, mi noche.

            Y me queda la sensación de que cuanto más haces más precipitas los ciclos. Que el tiempo se va escapando en una alocada carrera hacia ninguna parte, goteando los minutos como en uno de los relojes blandos de Dalí, como un reloj de arena, inexorable, o como el agua se escapa de las manos.

            A veces quisiera que se pudiera detener el tiempo o que esta fuga se pudiera ralentizar con actividad, pero cada mañana me doy cuenta de que ya no es ayer.

            Así es que no queda otra. Si el tiempo es igual para todos, lo importante es cómo lo administras, cómo lo gastas, cómo lo sufres y lo disfrutas. A cada instante. Hay que ver y hacer, pero sobre todo vivir, que es sentir. Ya lo decían los romanos: Tempus fugit, carpe diem. El tiempo se nos escapa, aprovecha el momento.




2012-02-10

EDUCACION EN VALORES

Cuando los socialistas accedieron al poder, modificaron la Ley de Educación introduciendo la asignatura Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos. Reforma muy contestada y atacada desde el primer momento por la derecha capitaneada por la Jerarquía Católica, a quien le gusta tener el monopolio de la materia con su clase de Religión (católica, naturalmente).

Y es ahí adonde parece que vamos a volver con la contrarreforma que proponen, ahora que la derecha ha vuelto al poder.

El argumento esgrimido del cambio es que Educación para la Ciudadanía era polémica y ha creado división en la sociedad.

La nueva asignatura Educación Cívica y Constitucional  -no se, a mi me gustaba más el enunciado anterior, lo veo más redondo-, dicen sus impulsores que estará libre de todo adoctrinamiento. La panacea de todos los males que asuelan a la sociedad, vamos. El bálsamo de Fierabrás. Cosas veredes, Sancho, que non crederes.

A mi, que voy un poco contra corriente, me gustaría más que se educara en valores y se adoctrinara menos. En la escuela y en casa. Me estoy refiriendo a conceptos tan básicos como generosidad, solidaridad, respeto, lealtad, honestidad, agradecimiento, honradez, empatía, sinceridad, amistad, laboriosidad…Pueden ser conceptos subjetivos y, por tanto, cambiantes en función del momento. Pueden cambiar de peso, de forma y hasta de sustancia. Aunque no tanto ni tan rápido. Pero así es la sociedad, cambiante. Los prefiero a esos valores inmutables de toda la vida pero sin contenido en el fondo.

Ya se que en esta sociedad competitiva, individualista y puteante son valores que cotizan a la baja y que su sola mención produce repelús entre el yuperío, pero -iluso de mi- creo que es la única manera de avanzar hacia un mundo mejor. Así, sin más.

Algo más modesto que no ocupa ese lugar tan elevado de los valores, es la buena educación. Son esos pequeños detalles del devenir diario. Aquí si que habría que hacer algo más que un cursillo intensivo. Pero me temo que es una batalla perdida. Si no somos solidarios, honrados o agradecidos, cómo vamos a ser educados.

Podríamos empezar por usar más a menudo tres palabras que me parecen fundamentales en el devenir diario: GRACIAS, PERDÓN, POR FAVOR.  Y, casi siempre, una SONRISA es suficiente.