2020-09-03

EFECTOS COLATERALES

Mi anterior entrada en este blog la publiqué cuando se iniciaba el verano y lo hice hablando de la COVID. En esta ocasión toco el mismo tema cuando más o menos el verano parece que da muestras de agotamiento, al menos por la zona donde vivo. El mismo tema pero distinto enfoque porque con pertinaz insistencia el bombardeo de información nos machaca día a día: estadísticas, recuentos y omisión de veracidad. Se ha hablado profusamente diciendo una cosa y la contraria, desechando lo que antes era lo correcto o imponiendo aquello que antes no servía para nada. He llegado a un punto de saturación donde ni a lo gracioso que corre por las redes le doy ya curso.

El enfoque es el cómo esta pandemia ha cambiado, no nuestros comportamientos como analizaba en la anterior entrada, sino el punto de vista en pleno sentido del término vista. Es decir, de la mirada.

El principal inconveniente de llevar en público algo que nos tapa parcialmente el rostro es que no nos podemos hacer una idea completa de quien la porta. No se puede leer en los labios ni percibir sus gestos ni los del resto de la cara. Hemos perdido expresiones que trasmiten mucho: emociones, dudas, quereres y odios, enfados y alegrías. Igual nos pueden mandar un beso que sacar la lengua, porque no se recibe. Incluso el sonido de la voz nos llega distorsionado. La sonrisa, que era el anuncio del final de la interlocución de una persona, ha desaparecido y tenemos que esperar a que la pausa nos lo indique.

Con todos los inconvenientes, hay algo con lo que estoy encantado. Con la mascarilla, nuestra mirada se centra en los ojos de quien tenemos enfrente y parece que se habla menos. Antes los embozos se usaban para ocultar la identidad de las personas, ahora nos resalta lo que dice la mirada. Los ojos han cobrado una relevancia notable, más de la que siempre han tenido. Estoy gratamente sorprendido con el descubrimiento de ver muchos ojos hermosos, brillantes, sugerentes —incluso entre mis conocidos— que sin mascarilla pasarían desapercibidos, opacados por el conjunto.  

 

2 comentarios:

  1. Hola Isan! Espero que hayas pasado buen verano, aunque por lo que leo ha sido algo dispar. No obstante, leo cierto optimismo en ello. Yo estoy contigo; los ojos es la parte más bonita de un ser humano. Pueden ser pequeños, con unas pestañas cortas y poco pobladas o con una esclera plagada de vasos y manchas rojizas, pero siempre tienen algo que atraen; yo creo que es la conjunción del iris (que visto en aumento es algo impactante) rodeando la pupila, ese pozo opaco de donde parece que emanan nuestros pensamientos... La gente que te mira a los ojos suele estar segura de sí mismo, la tímida tiene miedo de hacerlo, la enamorada está obligada... Su misticismo es único y su personalidad nuestra esencia.
    En fin, vaya parrafada más cursi me ha salido, je, je, pero me alegra leer algo positivo de todo esto por fin.
    Un abrazo.

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  2. Hola, Pepe. Eso que dices de los ojos es verdad. No había pensado en quienes no te miran a los ojos y que ahora se ven impelidos a hacerlo. Eso que ganan.
    Mi verano esta siendo entre muy bueno y mejor a pesar de que he leído poco y escrito menos. Este mes voy a pasar de CaféLiterautas en cuanto a escribir pero sí comentaré. Las series no me atraen lo más mínimo aunque me consta que hay algunas magníficas.
    Un abrazo, Pepe.

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