Hablaba en mi anterior entrada acerca de frases que jamás
deberían decirse. Entre ellas esa tan repetida de que lo importante no es ganar sino
participar y prometí una explicación al porqué debería desterrarse del lenguaje.
Soy consciente que negar esta frase de Pierre de Coubertín
aplicó a la participación en los Juegos Olímpicos suena extraño cuando está tan
asimilada por todos, pero todo tiene sus matices.
No creo que sea un exceso de competitividad afirmar que lo
importante es participar y ganar, ya que estoy convencido de que todo el que
compite o confronta con otros hace para ganar. Luego veremos cual es el
concepto de ganar o qué se puede ganar. También hay quien dice que lo
importante no es ganar, sino hacer perder al otro, lo cual, aparte de una ocurrencia,
se puede considerar una postura un tanto mezquina, pero que debe motivar
bastante, sobre todo si a tu rival le tienes ganas. Mayor ocurrencia a
propósito de la frase es que si no puedes ayudar, estorba, lo importante es
participar.
Decir que lo importante es participar sin más puede servir
como consuelo cuando se pierde, pero el objetivo de cualquier competición está
en el triunfo. Cualquier otra postura es partir derrotado de antemano. Si
ponemos al listón a ras de suelo, no hay ni motivación ni objetivo que superar.
Hay, además ocasiones en las que participar solo sirve para que otros consigan
la gloria o para justificar un concurso donde quien gana es el organizador.
Quien se presenta a una oposición lo hace con intención de
llevarse la plaza. Quien participa en un negocio, lo hace por obtener una
rentabilidad económica. Quien se presenta en política lo hace para medrar él y
su grupo. Quien se presenta a un concurso literario es para que publiquen su
obra. Quien coopera de forma altruista con una ONG no lo hace por pasar el rato
sino que pretende paliar una necesidad y satisfacer su deseo de colaboración. Quien galantea a otra persona aspira a
llevarse su favor. Quien compite en el terreno deportivo se marca objetivos
que, si los consigue, ya ha ganado.
El hecho de medir fuerzas con otros rivales es muy
satisfactorio en sí, pero aunque no se pueda ganar, se pueden lograr objetivos
intermedios: dar el máximo de lo que se es capaz, superación de marcas propias,
adquirir experiencia, perfeccionar habilidades, entablar buenas relaciones, cohesionar
un grupo, mantenerse en forma, satisfacer el ego o simplemente hacerlo bien.
Triunfos muchos de ellos que no tienen que depender estrictamente del resultado
final.
Así que siempre que se compite hay que marcarse unos
objetivos que nos cuesten pero que sean alcanzables. Superar unos retos ya que
de otra forma nos puede llevar inmerecidamente a sentir que se ha fracasado.
Y todo esto es tan importante como saber asimilar la derrota,
ya que también saber perder es ganar. En cualquier caso competir en cualquier
faceta de la vida jamás debe acabar siendo frustrante.